La bestia en mi es el encuentro de dos personajes que deforman la vida para poder afrontarla. Dramas y sospechas para dos caracteres inestables y complejos.
Claire Danes (Homeland) y Matthew Rhys (Un amigo extraordinario, The Americans) forman un gran dúo en esta ficción. Incluso, a pesar de la homosexualidad de ella en la serie, entre ambos se palpa una química interesante que habría amplificado la tensión del relato. Aún así, el juego del ratón y el gato es resultón, menos potente, pero resultón.
Danes aporta su interpretación a una mujer desconcertante porque es brillante en su trabajo pero insegura y torpe en su vida cotidiana. Rhys, en cambio, recrea un personaje fuerte, frío y calculador. Juntos evidencian los déficits y las fortalezas del otro y el relato navega en la desconfianza, la indecisión y la sospecha. Así, nada está claro a primera vista.
La bestia en mi escarba en los anhelos y en las necesidades de los protagonistas y lleva al espectador a un lugar del corazón humano que se encuentra muy lejos de la luz. Se trata de esa incapacidad para asumir los errores, haciendo que otros paguen por nuestros desequilibrios. Incluso, la trama va más allá: sociopatías, trastornos, delirios de poder, fama y grandeza se confunden con la necesidad de ser amados, correspondidos y respetados.
La madeja va deshaciendo nudos y, finalmente, nos interesa más el cómo (¿cómo dar caza al asesino?) que el por qué (¿por qué hace lo que hace?). Un cómo que llega quizá de forma algo simple. Y, a lo mejor, es porque durante el trayecto se fraguan diversos desenlaces con inesperadas consecuencias. Una forma de mantener la atención y el metraje cuando la trama central no da mucho de sí.
Se trata de una miniserie de ocho episodios que se nutren de la inestabilidad, de la falta de cordura y de las debilidades humanas. Desde este prisma, La bestia en mi resulta interesante. Por lo demás, está bien hilada, interpretada con soltura y es asequible para la mayoría. Pero también, es oscura y algo perturbadora.
Firma: Mar Pons
Aggie Wiggs es una escritora de éxito en horas bajas. Unos años atrás, su hijo de ocho años murió en el accidente de coche que sufrieron ambos mientras ella conducía. Aggie y su mujer no soportaron el golpe y la pareja acabó por separarse.
Sola, llena de deudas y con un libro inacabado que ya ha venido a su editora, Wiggs se tropieza con un nuevo y misterioso vecino: Nile Jarvis. Jarvis tiene mala prensa y fue sospechoso de haber matado a su mujer, aunque el cuerpo nunca apareció. Quizá es la historia que necesita Wiggs para enderezar su vida o, quizá, esta sea su última historia.