Primero bésame

Desesperanzada y desesperante serie en la que los personajes se retuercen en una existencia miserable de la que parecen incapaces de salir. Basada en la novela homónima de Lottie Moggach, el guion apuesta por los extremos grises y sucios de una sociedad saturada de placeres y carente de trascendencia, afectividad e, incluso, normalidad.

Sin una crítica clara, se balancea entre la miseria de lo digital y la crudeza de lo real. La vida paralela (inexistente) que ofrece la red inhibe las consecuencias de unos actos atroces. Sin embargo, a la vez, se busca, precisamente en esa vida inexistente, la solución a unos problemas reales (compararse o referirse a Matrix es un pretencioso disparate).

Quizá un análisis pormenorizado sacaría las virtudes de este producto. No obstante, la mugre de un ambiente dejado, doliente y asfixiante apaga cualquier chispa que pudiera albergar su guion.

En este caso, la forma ahoga el fondo y nada es deseable, ni inspirador, ni bello ni atractivo en este drama adolescente que pretende jugar a dos bandas y en dos dimensiones. Un deshonesto relato que se baña en el triste lodo de las vidas fracasadas.

Aún así, hay historia similares que pueden enganchar, pero esta no contiene ni un ápice de empatía, ni de interés. Realmente, nos da lo mismo lo que pase con sus personajes ya que insisten torpemente en despeñarse una y otra vez. No hay salida en Primero bésame, solo un “game over”.

Firma: Mar Pons