Una historia más de asesinatos en el instituto. Tras un formato dinámico y una correcta puesta en escena propone una visión algo confusa de la realidad.
En el nuevo curso escolar, el instituto Bayview afronta la muerte de Simon Keller, uno de los mejores estudiantes del último curso. Parece que las diversas temporadas de Élite, Riverdale y Por trece razones no han explotado suficientemente este argumento.
Una serie de misterios basada en la homónima novela superventas que Karen M. McManus publicó en 2017. Aunque la trama está sacada del libro, los creadores de la adaptación seriada se toman la libertad de aplicar algunos cambios que les permitirán producir una nueva temporada. Entendemos muchas cosas de este título cuando descubrimos que es Darío Madrona, creador de Élite, uno de los que está al frente de Alguien está mintiendo.
El reparto es poco conocido. Entre los rostros identificamos los de Barret Carnahan (Cruel Summer, Alexa and Katie) y Annalisa Cochrane (Henry Danger, Cobra Kai). Aunque todavía se trata de los primeros trabajos de mucho de ellos, las actuaciones son correctas y alejadas de la exageración que tanto caracteriza las producciones para adolescentes.
A pesar de que el punto de partida es poco original, es cierto que la historia se desarrolla de un modo intrigante, adictivo y con algún giro de guion inesperado. El inconveniente está en que esta trama queda deslucida por unos personajes –a grandes rasgos– manipuladores, egoístas, groseros y superficiales.
Bajo la premisa de que un chico quiere llevar a cabo la “noble tarea” de desenmascarar los secretos de los estudiantes falsos, se cometen actos de extorsión, acusaciones y se justifica la publicación en las redes sociales de la vida privada de las personas sin su consentimiento. En resumen: nuestro protagonista es lo que se conoce por un chivato.
¿Y en qué lugar quedan los adolescentes? Esta serie nos los dibuja: suficientemente maduros para engañar a sus parejas y fugarse de sus casas, pero infantiles para generar relaciones de amistad verdadera y encarar los problemas con sensatez. Lo inquietante de esta serie es que tergiversa valores que pueden llevar a confusión. Un niño que aprecia la fidelidad por haber sufrido lo contrario en su familia se dedica a castigar cruelmente al que es infiel. Una profesora es sospechosa de asesinato, pero cuando nos enteramos de que ayudó a abortar a una de sus alumnas y se lo oculta a la familia se convierte en un alma caritativa. De nuevo, se contempla la posibilidad –y nadie se incomoda demasiado– de que alumnos menores de edad y profesores mantengan relaciones.
Parece que habrá que seguir esperando a que Netflix –o cualquier otra plataforma de contenidos en streaming– produzca una serie sobre adolescentes y dirigida a adolescentes en la que no se les maltrate. Me pregunto qué institutos visitarán los productores en los que ven a chicos y chicas con estas preocupaciones y qué esperan de los jóvenes a los que animan a tragarse ocho horas de contenido incómodo.
Firma: Júlia Nafría
Simon Keller ha creado una nueva red social con el objetivo de revelar secretos de sus compañeros. Es su modo de combatir el engaño y fomentar que los estudiantes se den a conocer tal y como realmente son.
Una mañana, mientras está cumpliendo un castigo, muere. Como sospechosos quedan los cuatro estudiantes que compartían con Simon la escena del crimen. Además de estar presentes, parece que todos tienen secretos que no quieren que salgan a la luz.
Nate vende droga. Bronwyn es la primera del curso. Cooper oculta que es gay. Addy es la chica más popular del colegio y sale con el capitán del equipo deportivo.
