Rocca, en busca de un mundo mejor

Hay largometrajes cuyo valor para educar a los más pequeños consigue hacer de la experiencia audiovisual algo mucho más enriquecedor. De esta manera, se revelan como una forma didáctica y divertida a la vez. Y Rocca cambia el mundo (Rocca verändert die Welt, 2019) es una de esas películas.

A través de la historia de una joven de once años que llega a Hamburgo después de haber estado llevando una vida un tanto peculiar, se nos presenta esa realidad a la que se ha de enfrentar: completamente nueva para ella, y bastante cercana para el espectador medio.

Se nos muestra una sociedad con desigualdades, donde existe soledad e incomunicación entre personas y miedos y prejuicios de unos hacia otros que llevan a situaciones como el bullying; y también se exhibe un entorno donde las nuevas tecnologías están muy expandidas –no siempre de la mejor forma– y pueden ser generadoras de adicciones o comportamientos indeseados desde edades tempranas.

Por todo esto y más, os animamos a sumergiros en una reflexión sobre los asuntos más importantes que se desprenden del optimista relato de Rocca.

Padres, hijos y amistades

Rocca en busca de un mundo mejor

Los vínculos entre padres e hijos o entre los protagonistas y sus amigos son una constante en las narraciones de cualquier tipo, pero no siempre son totalmente realistas ni proyectan las dificultades y los valores positivos que conllevan.

En el caso de Rocca, ella es una joven sin madre, con un padre incapaz de estar cerca de ella por su trabajo, que llega a un nuevo hogar –el de su abuela– donde en un inicio no es del todo bien recibida. Mas ella opta admirablemente por enfrentarse a su soledad con fuerza y valentía por tirar hacia delante, y creatividad para exprimir al máximo su día a día, nunca parando quieta. Esto la lleva a entablar rápidamente una buena interacción con los que se convertirán en amigos suyos, personas que la escuchan y la acompañan en sus urbanas aventuras.

Sin embargo, ¿pueden ser los amigos sustitutos de unos padres ausentes? En parte sí y, en parte, no. Los niños necesitan a personas que les escuchen, que sepan entenderlos y que, aparte de divertirse con ellos, comprendan sus necesidades. Muchas veces las amistades son esos focos de apoyo, personas que por la cercanía de edad son más parejas, en un principio, a entendernos o acompañarnos en las dificultades. No obstante, siempre se necesitan referentes adultos y para ello deben estar los padres. Ellos no pueden ser sustituidos; deben estar ahí para sus hijos, para escucharlos y entenderlos. Ellos son sus guías.

Y en esto, Katja Benrath despliega diferentes relaciones de padres e hijos (o familiares e hijos) que comparten una carencia esencial: la capacidad de escucha. Tanto en la relación de Rocca con su abuela, como en la de Max o Lila y John con sus padres escasea esa disposición a escucharse bien, porque no están presentes. Y esta presencia no significa una ausencia física –que también–, sino que se vincula a una ausencia más emocional.

La cuestión es que no solo es esencial para los más pequeños crecer rodeados de amigos y, esencialmente, de unos padres, sino que estos últimos deben estar en cuerpo y alma para prestarles atención y comprenderlos con tal de que nunca se sientan abandonados. Y, además, deben enfrentarse a sus hijos como personas maduras y capaces de entender mucho más allá de lo que en un principio muchos adultos consideran. La trama afirma silenciosamente que debe haber escucha madura, porque el hecho de ser niños no les exime de ser inteligentes y comprensibles.

Los niños y la educación

 

En la vida de cada uno, la escuela es una etapa de aprendizaje que nos va formando como personas y que tiene un impacto más que importante en la identidad que vamos forjando. Aún así, en esta fase vuelve a ser relevante esa capacidad para percibir las necesidades del alumnado e intentar buscar las mejores formas para enriquecer su educación.

En la película, el papel del profesorado es algo relevante y cuajado en distintos modelos. Por un lado, el director encarna a esta persona enclaustrada en un método tradicional, con rectitud por hacer cumplir las normas y con una voluntad por tenerlo todo controlado (todo esto sin maldad). En una línea similar, tenemos a algunos educadores que centran sus clases en una lectura y exposición de la lección, sin prestar una escucha activa a sus pupilos. Esta resulta esencial a la hora de conseguir transmitir verdaderamente los conocimientos de profesor a alumno. Por otro lado, Frau Behrendt luce como esta tutora comprensiva, que atiende a sus escolares y utiliza la docencia no solo para educar, sino también para cohesionar a su grupo.

Asimismo, Rocca cambia el mundo plantea, en un par de ocasiones, esa urgencia por el sistema educativo de buscar nuevos métodos para captar la atención de los estudiantes. Con esta voluntad, se sugiere la posibilidad de atraerles y hacerles partícipes de su propia formación con procedimientos dinámicos, o buscar formas de explicar aquello que pueda parecer menos interesante, de tal manera que pase a convertirse de algo “aburrido” a algo realmente interesante y a lo que todos atienden.

Un mundo con empatía y sin prejuicios

Rocca en busca de un mundo mejor

Crecemos y aprendemos relacionándonos. Eso es un hecho bastante claro y que se desprende con fuerza del film. Muchas veces estas ilaciones nos ayudan a pensar de forma más abierta, sin tantas aprensiones. Y eso es algo beneficioso para caminar hacia una sociedad más empática, inclusiva y afectuosa.

Así, el nexo entre Casper y Rocca nos revela una ciudadanía –espejo de la nuestra- muy recelosa a tratar ciertos temas y que asienta prejuicios de forma muy rápida y dañina. En este caso, se señala ese rechazo permanente a los sin-techo y esa preconcepción por parte de algunos –como vemos con John y Lila– que les lleva a alejarse, en vez de arrimarse, conocerlos y echarles una mano.

Para eso está la protagonista, quien no solo es próxima, sin desconfianza y con una voluntad de conocer sobre su pasado, sino que además contribuye a intentar ayudarlos al informar sobre sus vidas y su estado. Rocca no solo acerca a las personas, sino que mediante ese acercamiento logra sanar esas heridas que se crean por las opiniones que se preconciben. Asimismo, es un ejemplo de cómo afrontar el mundo y sus problemas: de forma amable y justa entre iguales que somos.

Bullying y ciberbullying

 

Otro de los temas con mayor preponderancia es uno muy delicado: el bullying y, en su defecto, el ciberbullying.

En Rocca cambia el mundo, observamos que hay, tanto en la misma aula como en los chats grupales, un blanco principal: una tímida chica. A partir de aquí, es interesante cómo dibuja una imagen bastante detallada del alcance y las contingencias que tiene el acoso escolar.

Por un lado, advierte más de una versión de este mismo conflicto: física (la hacen tropezar), verbal (se burlan de ella), social (la excluyen de los chats grupales) y digital (se mofan de ella en sus móviles y le hacen fotos sin permiso). Por otro lado, muestra a esos “cabecillas” que lideran los ataques y también a esos mismos que no intervienen. Ellos son igual de culpables que los que actúan y más si leen y comparten los mensajes que permiten mantener esa pesadilla para la víctima. Gracias a personajes como Lila, somos capaces de ver ese miedo que los “silenciosos” muchas veces tienen de convertirse en el blanco de los ataques si pasan a defender a las víctimas.

A pesar de ello, no solo se plantea el panorama de las situaciones de acoso que se dan, también se proponen soluciones de las que el espectador ha de sacar mucho más de lo que ve en pantalla. La protagonista adopta sin miedo la iniciativa de hacer frente a los “matones” para defender a su compañera, aunque al mismo tiempo emprende iniciativas –como la actividad del círculo– que permiten aunar posiciones y manifestar el valor de lo que les une y no tanto de lo que les diferencia. Esta actividad permite a los niños expresar sus estados de ánimo y abrirse, tanto en lo bueno como en lo malo, ante sus compañeros. Solo así, son capaces de ver que, en ningún caso, están solos. Todo ello les da pie a meditar sobre sus motivaciones y sus acciones.

Rocca desenmascara una realidad que aún sigue existiendo hoy en día, a la vez que da una lección sobre el tratamiento hacia esos casos de acoso: abordándolos tajantemente, nunca con una voluntad de buscar venganza y siempre con una capacidad de perdonar.

Rocca en busca de un mundo mejor

En búsqueda del “buen influencer”

Al ser una producción actual, esta introduce obviamente la elevada presencia de las nuevas tecnologías y, sobre todo, de las redes sociales. Esto le permite abordar materias como la adicción a los dispositivos móviles y el mal uso que, a menudo, hacemos de las mismas redes sociales.

A lo largo del largometraje, los niños están enganchados al móvil y, nuevamente, Rocca es un ejemplo a seguir que les muestra las posibilidades que se extienden más allá de la pantalla. Ella les enseña a divertirse sin necesidad de las nuevas tecnologías y a explorar esa creatividad de vivir aventuras, incluso con las cosas más sencillas, como un par de palés de madera para hacer una barca propia. Además, mediante la reconciliación que ella trae a la escuela, da pie a que los chats de grupo se dejen de usar como armas para meterse con compañeros y sirvan para hacer piña e incluir a todos en un sentido de comunidad de clase.

Pero, más allá aún, Rocca se acaba convirtiendo en influencer debido a un canal de YouTube que busca, como indica el título, “cambiar el mundo” a través de acciones solidarias que alcancen una cobertura mediática, informen a las personas y las llamen a tomar acción en los distintos asuntos que lo requieren.

Ella es un ejemplo de lo que un influencer debería ser: no una persona que busque simplemente promocionarse a sí misma o a marcas, conseguir acumular seguidores y mayor cantidad de “me gustas” –marcando su “superioridad”–, sino una persona que sea un ejemplo de respeto al prójimo y que busque hacer un cambio para bien en la humanidad, usando su plataforma como un altavoz que llame a esa acción social a mejor.

Firma: Yoel González