Sombras del tiempo

Con ocho años de retraso se estrena ahora en España esta sorprendente película alemana ambientada en la India y protagonizada por actores nativos.

Sombras del tiempo nos narra una historia de amor imposible llena de los elementos habituales del género romántico (promesas infantiles, esperas, obstáculos, pasión, encuentros, desencuentros…) pero con el atractivo de desarrollarse en los ambientes más marginales de pobreza y prostitución de una India todavía muy atrasada. Un mundo donde todo tiene un precio (impactante la venta de billetes de autobús o el funcionamiento de las aduanas) y donde el ser humano es una mercancía más que no es respetado ni siquiera en su infancia.

Y aquí radica todo el interés que esta película pueda suscitar. Los detalles técnicos, la dirección artística, el diseño de vestuario, la fotografía, la música y el atrezzo colaboran para introducirnos en ese siempre fascinante mundo de la India con elegancia y acierto. Quedan perfectamente reflejados los diferentes escenarios (los suburbios y los grandes hoteles) y la fusión de elementos orientales y occidentales que acompañó el progreso de dicha nación.

Es de agradecer además que, sin perder realismo, nos muestre las escenas más duras sin la excesiva crudeza ni el exhibicionismo que en otras cintas se utiliza para denunciar algunas situaciones de abuso. Por otro lado, no se queda sólo en los aspectos sociales negativos sino que nos habla también de generosidad, de ayuda, de esperanza, de afán de superación etc.

Sin embargo la película no acaba de convencer ya que el guión, en la segunda mitad, se empobrece y se llena de tópicos (el beso bajo la lluvia se veía venir un cuarto de hora antes) y de diálogos vagos y superfluos que impiden que el espectador se emocione con el reencuentro de Ravi y Masha. Quizá no ayude mucho un doblaje poco cuidado y las interpretaciones de los actores cuando son adultos que acusan cierta frialdad y poco entusiasmo en una historia supuestamente de pasiones. La película se hace entonces algo lenta y pesada aunque el final, un tanto brusco y demasiado frío, consigue dejarnos una impresión general positiva.

Firma: Esther Rodríguez