Una historia de regreso a la patria de origen y a sus costumbres es terreno dramático fértil. Sin embargo, el caso de Selma, una psicoanalista afrancesada que instala su consulta en Túnez, donde nació, se cuenta en clave de comedia. O se intenta.
En su primera película, Labidi crea una atmosfera colorida y amable: clientes oprimidos, funcionarios torpes, diferencias culturales y familiares… un retrato social de la ciudad tunecina con afán de modernidad y arraigadas costumbres que no lo son tanto.
La pega de Un diván en Túnez es que la comicidad se confunde con la caricatura. Pretende hacer crítica social con una visión demasiado ingenua y poco profunda. Y no es por falta de posibilidades. La trama tiene todos los elementos para generar interés, pero están desaprovechados para crear el conflicto que se ha sembrado al principio.
Esa languidez en el desarrollo de la acción se contagia a un aspecto fundamental de la interpretación de la actriz franco-iraní Golshifteh Farahani (Paterson, 2016). A pesar de su cinematográfico rostro y su correcto trabajo, esa actitud pasiva no ayuda a su credibilidad como psiquiatra.
Con todo, es un film que se disfruta, aunque su trayectoria irregular no convenza a un espectador más exigente.
Firma: Begoña Arribas
Director: Manele Labidi
Guionistas: Manele Labidi, Maud Ameline
Intérpretes: Aïsha Ben Miled, Feryel Chammari, Golshifteh Farahani, Hichem Yacoubi, Majd Mastoura
Género: Comedia
País: Francia
Fecha estreno: 11/09/2020
Lenguaje: Coloquial
Tras vivir casi toda su vida en Francia, Selma vuelve a Túnez, su ciudad natal, y abre su propia consulta psiquiátrica. Tendrá que pelearse con la burocracia para poder trabajar y conseguir pacientes para poder empezar una nueva vida.
Título original: Un divan à Tunis
País: Francia
Duración: 88'
Fecha producción: 2019
Distribuidora: Caramel Films
Color: Color