Dos décadas después, regresa el mundo Matrix a la gran pantalla con unas actualizaciones que abundan en el pensamiento ecléctico, los efectos visuales logrados y el entretenimiento.
En 1999, con el paso al nuevo milenio en ciernes, Matrix supuso un cambio en el cine de ciencia-ficción: la combinación de nuevos y atractivos efectos especiales con un relato imbricado y recargado, donde se mezclaba filosofía y una visión ecléctica de varias religiones dejó huella y abrió una saga. Su trama del viaje del héroe en la era ciberpunk derivó en una trilogía que se enriqueció en unos aspectos y se agotó en otros.
Casi veinte años después de Matrix revolutions y Matrix reloaded, Lana Wachowski se une a dos guionistas con los que ha trabajado en la serie Sense 8 y Cloud Atlas.
David Mitchell y Aleksandar Hemon aportan un aire de novedad a un producto que es autoconsciente de sí mismo, de que ha pasado mucho tiempo y de que tenía que aportar chispa suficiente para justificarse. En este sentido, el sarcasmo que revolotea en el guion invita a no tomarlo demasiado en serio y así evitar decepciones.
Por otra parte, la película juega muy bien con las narrativas multiplicadas y múltiples para ofrecer, con frecuencia, un juego de espejos y dobles lecturas. La idea de la cueva de Platón, mezclada con la especie de vida como sueño (la presencia de las anteriores entregas en pantallas y flashbacks); el videojuego inspirado en lo que vivieron los personajes y que activa recuerdos en el presente; la codificación informática que abre y cierra espacios y tiempos simultáneos; la realidad dentro de la realidad; todo esto no deja espacio para más piezas de matrioskas.
La abundancia de violencia coreografiada y de acción bien rodada no compensa lo caótico y embrollado de un largometraje que alberga unas cuantas secuencias demasiado explicativas.
En el capítulo de actualizaciones sociológicas, Matrix resurrections no tiene muchas cuentas que saldar respecto a la igualdad. En 1999, blindó esta cuestión con unos roles y una narrativa que huía de cánones estereotipados. Y lo que propone en 2021 supone una evolución interesante o, al menos, tiene lógica dramática y no resulta tan impostada como en otras propuestas de superhéroes y heroínas.
Al mismo tiempo, Wachowski maneja con proporción las dosis de nostalgia con las de novedad para entretener a los amantes de esta mitología y recabar nuevos seguidores. Su apuesta por la gravedad existencial de los protagonistas (ajados por el paso del tiempo) y el tono irónico que inunda las secuencias del psicoanalista también da pie a puntos sugerentes y, en el segundo caso, además divertidos.
Firma: Lourdes Domingo
Mr. Anderson es un exitoso programador de videojuegos que vive del éxito de su gran producción Matrix. Pero algo no va bien en su vida. Y el mundo alternativo se vuelve a presentar ante su puerta.