Tom Holland y su personaje alcanzan su versión más madura de la trilogía en una entrega que reúne fascinantes efectos visuales, acción, humor, una trama compleja, muchas referencias nostálgicas y varias sorpresas emocionantes.
La tercera entrega del Spider-man de Tom Holland es una propuesta ambiciosa que debía cumplir con todas las expectativas generadas y superar la decepción que provocó a algunos Spider-man: lejos de casa. A pesar de que era complicado, Jon Watts logra todos sus objetivos en un despliegue visual y de guion apabullante.
El cierre de la trilogía es, a la vez, una especie de Endgame y también una cinta reivindicativa de Spider-man. Este hombre araña, en versión juvenil, que solía estar a la sombra de los Vengadores, adquiere todo el protagonismo y se posiciona como el superhéroe que es. Eso permite que se luzcan tanto el actor como su papel de Peter Parker, y ambos alcanzan una madurez que no se había visto con anterioridad.
Como en la mayoría de largometrajes de Marvel, el ritmo es frenético, los efectos especiales impecables y la banda sonora envolvente. Pero, además, funciona muy bien gracias a su equilibrio: las impactantes escenas de acción se combinan magistralmente con partes cómicas y con momentos emocionales, todo ello sin estridencias.
Por otro lado, el multiverso que conocimos en Loki –y que cada vez adquiere más importancia– permite una cantidad de dimensiones y personajes desmesurada. Por eso, la película está diseñada para los fans y trae a la pantalla infinidad de guiños nostálgicos para todos los fieles seguidores. Es ahí donde se puede destacar su mayor defecto, pues quizá hay apariciones que no aportan más que una sonrisa al que ya ha vivido aventuras previas. Sin embargo, aunque no todo influya en la trama, es loable la coherencia con la que se estructura tanto la historia como todos los roles.
Watts ha conseguido unir dos décadas, diferentes productos del Universo Cinematográfico de Marvel y bastante humor en un único título estimulante que está a la altura de lo esperado. Sin dejar de lado una reflexión de fondo sobre la moral y la responsabilidad, Spider-man: no way home es un film entretenido, con un final bordado, que asombra, conmueve y abre la puerta a las siguientes cintas de la franquicia. Y un aviso para navegantes: atención a las escenas post-créditos.
Firma: Patricia Amat
Peter Parker ha quedado al descubierto tras ser revelada su identidad. Y eso no solo le afecta a él, sino que está arruinando la vida de sus seres queridos. Por ello, acude al Doctor Strange en busca de un hechizo que revierta la situación. Pero algo falla y el multiverso se convierte en una realidad muy peligrosa.