Mantícora

Mantícora es una película que no dejará indiferente, desde luego. Carlos Vermut arriesga presentando este producto. Venimos, desde hace tiempo, viendo títulos que nos muestran la cara b de las historias de héroes de fantasía (Joker, The umbrella academy). Son propuestas que intentan acercarnos a la psicología y a las motivaciones de los villanos; relatos que parece que gustan y son populares entre el espectador. Pero, como he dicho, se trataba de historias de fantasía.

Pocos han intentado mostrar la naturaleza de un monstruo de la vida real. Alguien que podemos cruzarnos en el metro y no saber quién es en realidad. Me refiero, en este caso, a una persona con inclinaciones pedófilas.

Con esta premisa, Vermut nos adentra en la psicología del personaje de Julián (Nacho Sánchez). El protagonista descubre ese lado oscuro en su ser tras salvar a su vecino Cristian, un niño que se había quedado atrapado en un incendio. Julián, después de conocer su propensión, trata de canalizarla de manera que no haga daño a nadie. Por el camino conoce a Diana (Zoe Stein), una chica diferente al resto, con la que empieza una relación amorosa.

Mantícora resulta muy interesante una vez te has desecho del mal sabor de boca que deja al acabar el visionado (y puede costar mucho tiempo). Pero cabe aplaudir la iniciativa del director de proponer al público un duro ejercicio de reflexión y empatía.

Lo positivo de esta historia es el hecho de mostrarnos que convivir con ciertos monstruos no quiere decir rendirse a ellos ni sucumbir sin luchar, a pesar de un final desgarrador.

Firma: Javier Sáez