En su conjunto se trata de un film bien rodado, interpretado y con pulso dramático. La clase de esgrima plasma la capacidad expresiva del gesto contenido de actores como Lembit Ulfsak (Mandarinas) o del mismo Märt Avandi, muy reconocido en su país, pero también de la excelente Liisa Koppel (Marta) como la secundaria y esgrimista suplente.
Klaus Härö es un cineasta finlandés con una corta pero muy valorada filmografía: Cartas al padre Jacob (2009), The new man (2007), Mother of mine (2005) y Elina (2002). Por ella sobrevuela la historia de su país y de Estonia, marcadas irremediablemente por los avatares de la Segunda Guerra Mundial y la dominación soviética.
En su quinto largometraje, Härö recurre a un personaje real y a una guionista casi novel, con los que logró quedar finalista en los Oscar y en los Globos de Oro 2016.
El retrato que se hace de Endel Nelis en La clase de esgrima, justamente, se focaliza en la época en que este fraguó lo que después sería una conocida escuela de dicha disciplina. Con esta concisión en acotar la trama se consigue una concentración dramática que facilita dos cosas.
Por un lado, intensifica el conflicto al centrarlo en la generación del club deportivo, unido con mucha organicidad a los demás conflictos: la persecución por parte de la secreta, la nueva investigación por parte del director de la escuela, lo que suscita el contacto con los húerfanos de la guerra y la dictadura y la germinación de un nuevo amor. Y por otro, la narración no se dispersa y puede tomarse su tiempo para implicar al espectador a través de planos sencillos pero bien compuestos, armados y coreografiados, donde el actor y la luz hacen atractiva una desolada ambientación en uno de esos rincones recónditos y abandonados que provocó Unión Soviética.
En este sentido, La clase de esgrima aprovecha la capacidad expresiva del gesto contenido de actores como Lembit Ulfsak (Mandarinas) o del mismo Märt Avandi, muy reconocido en su país, pero también de la excelente Liisa Koppel (Marta) como la secundaria y esgrimista suplente.
Aunque la película admite la rémora que supone vivir del hecho real y ofrece algunas resoluciones que, en pantalla, puede sonar a tópicas, en su conjunto se trata de un film bien rodado, interpretado y con bastante pulso dramático. Además, como sucedió con otra producción estonia (1944), su presencia en las salas se hace eco de una historia cercana y bastante desconocida que siempre es interesante recuperar y ponderar.
Firma: Lourdes Domingo
A principios de 1950 un joven campeón de esgrima, Endel Nelis, llega a Haapsalu, Estonia. Ha dejado atrás Leningrado para huir de un hecho pasado que ha provocado que tenga al acecho a la policía secreta de Stalin. Allí encuentra trabajo como profesor y funda un club deportivo para sus alumnos. En medio de un clima de sospechas sistemáticas, las clases de esgrima que imparte los sábados se convierten en algo más que actividad física.
