Encanto

Disney sabe bien lo que funciona y, aprovechando el éxito de films como Frozen o Coco, ha logrado replicar las virtudes de esas propuestas que encandilaron al público en una cinta, como indica su título, con mucho encanto.

Esta vez, la historia se ambienta en Colombia y, de la misma manera que se representó el folklore mexicano en Coco, también Encanto está llena de trajes, costumbres y paisajes propios del lugar. La viveza visual y musical no solo sirve para llamar la atención de los más pequeños, sino que consigue plasmar con realismo la cultura local.

Como era de esperar, uno de los puntos fuertes es la banda sonora. La trama está salpicada de canciones –algunas de ellas muy pegadizas– que interrumpen los diálogos pero no el hilo principal.

Además de su apabullante diseño, el relato defiende diversos valores, de un modo muy marcado, para que la audiencia infantil pueda grabar las ideas esenciales. Entre piezas musicales y motivos coloridos, los protagonistas dejan muy clara la importancia de la familia y de abrazar las diferencias. El simpático clan anima a superar los prejuicios y a celebrar la diversidad porque, al fin y al cabo, ¿qué es ser “normal”? Gracias a su planteamiento, en el que la única persona sin características peculiares se considera el bicho raro, invita a reflexionar sobre las etiquetas que colocamos al resto de personas.

Por todo ello, Encanto es una película tierna, vibrante, mágica y un tanto alocada, con una música y una ambientación fascinantes. Es cierto que puede llegar a ser empalagosa, que intenta meter alguna idea con calzador y que el guion podría estar más desarrollado, pero no se olvida de destacar algunos de los elementos más relevantes de la vida.

Firma: Patricia Amat