El secreto de Vicky

La inocencia propia de la infancia permite a los niños ver el mundo de una manera más amplia y libre. Por esa razón, suelen tener más facilidad a la hora de acercarse y mostrar entusiasmo hacia los animales, quienes al mismo tiempo pueden convertirse en grandes compañeros de viaje para afrontar situaciones difíciles. Esta premisa no es nada extraordinaria, puesto que una gran variedad de títulos giran en torno a ello, como son ejemplos ¡Liberad a Willy!, El hombre que susurraba a los caballos o la reciente Mia y el león blanco.

En la misma tesitura, El secreto de Vicky recoge una estructura similar y forma un relato basado en hechos reales que sigue los pasos de Victoria, una niña de ocho años (interpretada por Shanna Keil en un rol tierno), que adopta y forma un gran vínculo con un lobo al que confunde por un perro. Su padre, encarnado por Vincent Elbaz, no se opone y trata de hacer feliz a su hija tras la muerte de su madre. Sin embargo, el rechazo del pueblo, mayoritariamente ganadero, hacia estos animales pone patas arriba la situación.

Mientras largometrajes como El Rey León recurren a los efectos visuales, El secreto de Vicky utiliza lobos y espacios naturales auténticos. Es, precisamente, su desvinculación con el artificio lo que hace destacar más al film. Unos paisajes montañosos de la región Auvernia-Ródano-Alpes en Francia, rodados en varias estaciones, y unas “bestias” cómodas frente a la cámara y con una estupenda química con la niña, erigen una producción exuberante en lo visual.

Sin embargo, es cierto que estamos frente a una película sencilla, sin muchas pretensiones y con la idea muy clara de hacia quién va dirigida. No tiene una trama especialmente profunda, ni aporta nada novedoso, pero es justo eso lo que la hace convincente. Un guion simple, con un metraje escueto y suficiente, construye una propuesta simpática, en ocasiones algo cursi y predecible, aunque con una narración agradable y emotiva que aluden a la importancia de los valores de la amistad, la convivencia y el amor.

En definitiva, El secreto de Vicky funciona en cuanto a que es una cinta infantil, encapsulada en el cine amable y comercial, perfecto para disfrutar en familia. Será especialmente regocijado por los amantes de los animales, pero también por quienes busquen una historia dulce, cautivadora e ingenua.

Es una buena apuesta para instruir a los más pequeños en la compasión hacia las criaturas que conviven en la Tierra y la naturaleza que nos envuelve, así como para plantear un relato sobre el desafío de la superación de un duelo y la curación de las heridas.

Firma: Marta Vivas