Crónica de una tormenta

Crónica de una tormenta es la adaptación cinematográfica de la obra de teatro Testosterona. Si bien técnicamente está muy lograda, el salto del escenario a la pantalla puede haberle hecho perder dramatismo, lo que se nota en momentos en que el elenco parece desubicado.

El peso del largometraje recae por completo sobre el dúo protagonista (con intervenciones de Quique Fernández), dos artistas con muchas interpretaciones a sus espaldas. Siempre es satisfactorio ver a Ernesto Alterio ante la cámara. Sin embargo, esta vez su personaje no es impecable. Lo mismo pasa con el de Clara Lago y –sobre todo al inicio– su actuación parece forzada.

Aún así, es muy meritoria la agilidad con la transcurre la cinta. Con un solo escenario, una sola noche en la que sucede todo y dos actores, el espectador se siente parte de una historia trepidante con algún giro inesperado, donde se puede llegar a dudar de todo. De todas maneras, es también quizá esta cadencia vibrante la que impide que se profundice en materias trascendentes.

La película es una larga conversación sobre diversos asuntos, tanto profesionales como personales, donde se trata la lucha de poder, el periodismo de calidad, las aspiraciones de futuro o la ética en el trabajo. No obstante, el compás que marca el ritmo es lo suficientemente acelerado como para no permitir una consideración más que superficial sobre todos estos temas. Y probablemente, la cantidad de teclas que pretenden tocarse, provoca que no se aborde con habilidad y se caiga en moralinas y tópicos, como los roles masculinos y femeninos en los puestos laborales.

Con sus más y sus menos, el film de Mariana Barassi plantea varias cuestiones esenciales en un breve metraje. El reparto no decepciona, pero el interés de la premisa se va perdiendo poco a poco, a medida que se acumulan las moralejas. Aunque no sea redonda, la propuesta evidencia la importancia de hacer siempre las cosas bien.

Firma: Patricia Amat