Corazones valientes

Entre la inmensa oferta de films ambientados en la II Guerra Mundial, Corazones valientes pone su atención en la mirada de un grupo de niños. Este enfoque, despreocupado y visualmente agradable, puede recordar a El año que dejamos de jugar, aunque, en este caso, sus protagonistas son menos afortunados.

Mona Achache se aleja del drama y el horror del campo de batalla para centrarse en las relaciones y la convivencia de varios chiquillos que huyen de sus casas. De este modo, a pesar de que el contexto es fatídico, la cinta resulta inocente, amable y bastante infantil. Las risas, los chapoteos en el río, las carreras por el bosque o la lectura de cuentos hacen que el espectador olvide que se trata de un film situado en la época nazi y sienta que está ante un relato de los niños perdidos de Peter Pan.

El único problema de ese optimismo es que la película resulta inverosímil muchas veces y acaba sin despertar interés, ya que carece prácticamente de conflictos serios o de momentos de tensión. Aun así, es una propuesta con un buen trabajo actoral, una buena fotografía y una historia que hace pasar un rato entrañable.

Firma: Patricia Amat