Una película que se excede en su metraje y que, en su retrato de ese amor adolescente absorbente, se carga de clichés y sucumbe a una peligrosa romantización de la violencia.
Corazones Rotos apela al público de adaptaciones como A través de mi ventana, Culpa Mía, Maravilloso desastre y After. En ella, se presenta el cliché romántico por antonomasia: la chica nueva que parece buena cambiará al chico malo y se plantea un amor hechizante que, en vano, uno intenta olvidar toda la vida. Así pues, el desarrollo de su relación está marcado por un enemies-to-lovers.
Antes de adentrarnos en los desaciertos, cabe mencionar algunos elementos interesantes que, por momentos, consiguen que la cinta sorprenda. Aunque quizás con una estética demasiado saturada, visualmente es correcta, marcada con un estilo centrado en el uso de zooms in y un buen juego de miradas entre los protagonistas para transmitir el vínculo entre ambos. Asimismo, otro factor positivo es el conjunto general de correctas interpretaciones, entre las que destaca sobre todo la de Alain Chabat.
Ahora bien, el primer tropiezo se encuentra en la estructura y la desigualdad en sus partes. La primera, que ocupa la mayoría del metraje, es un sugerente planteamiento que desarrolla el romance mientras los protagonistas aún son niños. Sin embargo, a continuación, el director cae en una recreación autocomplaciente y un vaivén de secuencias de amor, algunas de acción y una de sexo algo idealizada e introducida apresuradamente. Todo ello comporta que decaiga el interés de la trama y se fuerce una resolución precipitada donde el happy end derriba por completo la escena de apertura.
Esto sigue la línea de otra de las complicaciones del film: la mezcla de tonos y géneros. Gilles Lellouche pretende meter a presión una película romántica en un formato de gánsteres sin trabajar correctamente la acción. Eso desencadena algunos tramos frívolos en los que aparece una romantización total de la violencia, mientras que en paralelo introduce puntuales escenas inconexas como un baile ilusorio a lo West Side Story.
En conclusión, a los amantes de los relatos de amor, es imposible que la bonita historia de los pequeños Jackie y Clotaire no les remueva un poco. Lamentablemente, de la misma manera que las propuestas románticas no son para todos, este título también puede provocar reacciones polarizadas: quizás conmueva al espectador con un regusto agridulce, o le provoque un total rechazo.
Firma: Raquel García
Jackie es nueva en el instituto, donde conoce a Clotaire, un niño bastante propenso a meterse en problemas. Su mutua enemistad inicial pronto se transformará en amor. No obstante, una serie de malas decisiones ocasionan que se separen cuando Clotaire tiene que pagar por un crimen que no ha cometido. Después de algunos años, el destino decide que sus caminos se vuelvan a cruzar.