El documental de Netflix Número desconocido: falsa identidad en el instituto (Unknown Number: the high school catfish), dirigido por Skye Borgman, sumerge al espectador en un caso real que demuestra hasta qué punto el ciberbullying puede convertirse en una pesadilla psicológica para adolescentes y familias. La historia, tan sorprendente como inquietante, obliga a reflexionar sobre el anonimato en la red, el impacto emocional del hostigamiento digital y la necesidad urgente de educar y acompañar a los jóvenes.
La película sigue a Lauryn Licari y a su novio Owen McKenny, dos estudiantes de Beal City, Michigan, que comienzan a recibir en 2020 mensajes agresivos y perturbadores desde un número desconocido. Lo que empieza como insultos y comentarios desagradables evoluciona rápidamente hacia amenazas, insinuaciones sexuales y presiones psicológicas constantes.

Los mensajes llegan a todas horas del día y generan una espiral de ansiedad que afecta tanto a la vida escolar como familiar de la joven pareja. La situación se vuelve tan insostenible que intervienen las autoridades locales e incluso equipos especializados en delitos informáticos. Todo ello muestra no solo la gravedad del acoso, sino también la dificultad para identificar a su autor cuando la tecnología oculta su rastro.
Aunque Número desconocido avanza como un thriller real, lo que plasma es un problema muy actual: el ciberbullying puede llegar desde cualquier parte y el anonimato da al agresor un poder que en ocasiones parece ilimitado.
El largometraje subraya varios elementos clave:

El documental puede convertirse en una herramienta muy valiosa para abrir conversaciones con adolescentes y reforzar hábitos saludables en línea:
Asimismo, la cinta deja claro que el detonante del escándalo es el teléfono móvil. Y aunque las familias protagonistas defienden su “libertad” para comprar el dispositivo que estimen oportuno y consideren un castigo el no poder usarlo, el haber retrasado su compra probablemente habría evitado la tragedia. Sin embargo, cuando privamos a un menor de las pantallas, tal y como dijo el Dr. Francisco Villar, doctor en psicología y coordinador del programa de conducta suicida en el menor en el Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona) en el webinar organizado por la Fundación Aprender a Mirar y la Associació de Consumidors Audiovisuals, “no les quitamos nada, les regalamos vida”.
Número desconocido no es solo un relato de ciberbullying: es una llamada urgente a reconocer la fragilidad emocional de los jóvenes en la era digital y la necesidad de acompañarlos con empatía, información y herramientas. El anonimato que ofrece la tecnología puede convertir a cualquier adolescente en blanco de una situación devastadora, pero también puede ser enfrentado con diálogo, educación y apoyo.
Así pues, esta propuesta es una oportunidad ideal para familias y centros educativos: un punto de partida para reflexionar, sensibilizar y actuar.
Firma: Patricia Amat