Una entrega tan exótica como poco innovadora que gustará a los más fanáticos de la saga pero que adolece frente a otros títulos del género.
Assassin’s Creed Shadows es la nueva entrega de esta longeva saga. Después de visitar el Jerusalén y la Constantinopla medievales, el Londres victoriano, la París revolucionaria y un largo etcétera, finalmente viajamos al tan esperado Japón feudal. Pese a la extensa competencia de juegos basados con temática similar -desde Ghost of Tsushima hasta Seikiro, salvando las distancia-, Ubisoft nos presenta una aventura tan interesante como novedosa. Os presentamos Assassins Creed Shadows.
Una historia compartida
La trama de Assassin’s Creed Shadows se desarrolla durante el período Azuchi-Momoyama en Japón, una época de intensos conflictos y luchas entre los señores de la guerra, es decir, señores feudales propietarios de largas extensiones de terreno. La historia se centra en dos personajes principales: Naoe Fujibayashi, una shinobi del clan Iga, y Yasuke, un samurái de origen africano que sirve a Oda Nobunaga. Ambos protagonistas están marcados por tragedias personales que los llevan a tomar decisiones cruciales en un Japón dividido y luchar contra una misteriosa organización que mueve sus hilos sin hacer ruido, los Shinbakufu.
¿Una Assassins de toda la vida?
Assassin’s Creed Shadows mantiene la esencia de la saga, pero con algunos cambios importantes. De entrada, que haya dos personajes no es algo simplemente anecdótico, sino que se traslada a la jugabilidad. Yasuke es un guerrero y emplea su fuerza para enfrentarse a los enemigos de forma directa, mientras que Naoe se especializa en el sigilo y el parkour. Estos estilos contrastan y nos ofrecen la opción de elegir cómo enfrentarnos a los retos que propone el juego.
Por lo general, la forma de combatir es bastante parecida a la de otros juegos de la serie, como Valhalla u Origins. Los personajes tienen un nivel y unos puntos débiles que debemos acertar. Es cierto que cuando nos enfrentamos a grandes cantidades de enemigos, es un poco caos. Por ello es casi preferible, siempre que se pueda, ir con sigilo.
En cuanto a la exploración, el mundo abierto de Assassin’s Creed Shadows es muy grande y está dividido en diferentes zonas, cada una con diferente nivel de dificultad. El sistema de progresión está basado en puntos que se obtienen al realizar diversas actividades. Sin embargo, las actividades de mundo abierto son bastante repetitivas, como sigue siendo habitual en esta saga.
Shadows, un punto de inflexión
La saga Assassins Creed lleva años en entredicho por diversos motivos, de ahí que hubiera tanto interés por esta nueva entrega. Lo cierto es que el juego cumple “a medias”. Evidentemente, uno de los principales puntos fuertes del juego es su recreación del Japón feudal. Los paisajes, los templos, los castillos… todo resuena a Japón por los cinco costados. Por otro lado, detalles como el paso del tiempo y la aparición de las diferentes estaciones anuales aportan más realismo, no solo visual, sino también jugable.
Ahora bien, del mismo modo, el juego peca de errores que ya estamos cansados de ver. Por un lado, tarda bastante en arrancar y muchas misiones se limitan a ir de un punto a otro. Da la sensación de cierto relleno injustificado. Tampoco ayuda la IA, que sigue haciendo que encontremos personajes muy poco inteligentes y vivamos situaciones frustrantes.
Un titulo +18
En cuanto al contenido del juego, Assassin’s Creed Shadows mantiene los elementos clásicos de la saga: violencia, elementos sexuales y algo de gore. Las batallas son intensas, con un alto nivel de brutalidad, ya sea en combates cuerpo a cuerpo o mediante el uso de armas como katanas o lanzas. Las escenas de violencia son explícitas y están presentes a lo largo de todo el juego. En cuanto a los romances, el juego presenta opciones de diálogo que pueden llevar a una relación amorosa. No hay escenas de sexo explícitas, aunque sí bastante evidentes.
Conclusiones:
Assassin’s Creed Shadows es una entrega con luces y sombras. A pesar de que se esperaba una revolución, lo cierto es que no revoluciona nada. La mezcla de combate, sigilo y parkour, mantiene la fórmula clásica de Assassin’s Creed. La ambientación en el Japón feudal es impresionante y está llena de detalles. Asimismo, es un acierto que tengamos dos personajes tan distintos, lo que aporta frescura a la jugabilidad. Ahora bien, peca una y otra vez de los mismos problemas de la saga: mundo excesivamente grande, trama estirada como un chicle, IA muy floja y misiones repetitivas. En resumen, Shadows cumple a medias y gustará a aquellos que disfrutaron de entregas anteriores, pero queda a años luz de otras propuestas del estilo.
La nueva entrega de esta longeva saga nos lleva al Japón feudal, una época y ubicación tremendamente demandada por los fans. ¿Será capaz de estar a la altura? Os presentamos este Assassins Creed Shadows.