Un colosal juego de acción dirigido expresamente al público adulto por sus altas dosis de acción.
La crítica del principiante
The Division llegaba en 2016 en pleno fervor por los juegos de acción online. Sin embargo, tenía la suficiente personalidad como para diferenciarse de sus competidores y obtener el beneplácito de los jugadores. Ahora, nos llega esta segunda entrega que expande al máximo la idea original.
Una amenaza biológica
La primera entrega nos llevaba a Nueva York, donde un arma biológica había arrasado calles, edificios, vidas, etc. Como parte del SHD (Strategic Homland Division), debíamos tomar cartas en el asunto. Esta secuela parte de los hechos de la primera parte y nos traslada a la capital, Washington D.C.
Como si se tratara de una intensa película de acción, nuestro objetivo es restaurar, en la medida de lo posible, la estabilidad en la capital del país. Sin embargo, los estragos del virus no solo han dejado víctimas, sino también facciones de rebeldes enfrentadas entre ellas. Por lo tanto, la tarea no será nada sencilla.
En este sentido, recuerda a grandes películas de acción como Asalto al Poder u Objetivo: la Casa Blanca, con esa intensidad propia del Hollywood más patriótico.
Acción online y offline
Pese a que se puede jugar en sus dos vertientes, el juego requiere conexión permanente. Partimos de la creación de nuestro agente. Hecho esto, nos lanzamos a un mapa mucho más grande y cargado de tareas que en la primera parte.
Tanto misiones principales como secundarias se centran en enfrentamientos directos contra distintas bandas enemigas –en total, tres: Hijos Verdaderos, los Hienas o los Parias-, pero no se limitan solo a disparar sin ton ni son.
Su estilo, con toques cooperativos, nos ha recordado mucho a juegos como Socom o Unit 13 y hasta The Order: 1866 o Gears of War. A los primeros, por este componente medio estratégico, donde no todo se limita a apretar el gatillo, sino que debemos tener muy en cuenta la posición de los enemigos, la estructura del escenario, etc. A los segundos, en el sistema de coberturas y apuntado. Sencillo pero necesario de dominar.
Toques de RPG
Uno de los elementos que más nos gustó en la primera entrega y que más ha mejorado es el sistema de progresión. En la línea de otros juegos de Ubisoft -como los últimos Assassins Creed o For Honor-, a medida que avanzamos, ganamos experiencia con la que subimos de nivel. Esto nos permite mejorar nuestros atributos y armas. Además, las tareas secundarias y desafíos nos otorgarán recompensas más o menos comunes, lo que puede resultar muy útil.
Es importante remarcar que el nivel de dificultad es considerable. En este sentido, nos ha parecido muy interesante que las misiones secundarias se adapten a nuestro nivel, sea cual sea. Así es más motivador jugarlas. De este modo, si nos atascamos en una de las principales, siempre podremos cumplir ciertos retos o misiones que nos permitan subir de nivel -30 en total en la campaña-.
Cuida tus espaldas
Especial atención merece la IA de los rivales, capaces de variar sus patrones de conducta para flanquearnos o hacer uso del escenario de manera inteligente para cubrirse. Además, debemos ser cuidadosos, porque no resistiremos excesivamente la acometida rival. Y creednos, volver a comenzar en un punto por el que pasamos treinta minutos antes, no es nada agradable.
Mucho contenido
Como suele ser costumbre en los juegos de Ubisoft, el juego no queda corto en ningún momento. Además del argumento principal, con una buena cantidad de misiones principales y secundarias, tenemos variados desafíos que iremos desbloqueando a medida que avancemos. También se ha introducido cierto gestor de recursos en nuestros asentamientos –donde deberemos mejorar las condiciones de vida de los que allí viven-.
Por si fuera poco, cuando terminemos la modalidad principal, nos espera gran cantidad de contenido, como pasarnos el juego de nuevo, con nuevos enemigos, más poderosos, y nuevas armas. Algunos serán tremendamente resistentes, todo sea dicho.
A todo ello hay que añadir las modalidades exclusivamente online, como “Zona Oscura”, que se hereda de la primera entrega y que nos permitirá elegir la facción con la que luchar, o “Conflicto”, la tradicional batalla por equipos.
Y a nivel visual, es sencillamente brutal. El nivel de detalle de los escenarios exteriores es bueno, pero en los interiores, roza lo excelente. Además, dichos escenarios son muy variados, como una cancha de baloncesto, un museo, unos estudios de televisión, unos laboratorios. No llega a la variedad de Hitman, pero casi.
Para mayores de edad
Como habréis presupuesto llegados a este punto, The Division 2 está plenamente dirigido al jugador adulto. Su estilo de juego -es acción en tercera persona-, el sistema de progresión -lento pero continuo-, su nivel de dificultad, la crudeza de algunos escenarios y, cómo no, el nivel de violencia, hacen sea claramente +18. Esto no quiere decir que presente violencia gratuita, puesto que no es el caso. Pero, como ocurre con tantísimas películas de terrorismo, su público principal roza los treinta y tantos.
Lo mejor:
Los escenarios tienen muchísima calidad.
Muchísimo contenido, con especial mención al post-game.
Lo peor:
Más enfocado al cooperativo, pero se puede jugar en solitario.
Algunas misiones pueden parecer repetitivas.
Conclusiones:
The Division 2 es un completo juego de acción para mayores de edad que permite jugarlo tanto en solitario como en cooperativo. Su argumento, al más puro estilo de Hollywood, así como una IA muy trabajada en los enemigos, incita a avanzar. Los coqueteos con el rol y la gestión de recursos, añaden más valor a la producción.
Un mundo devastado, civiles sometidos, una amenaza biológica… Todos los ingredientes de una novela de Tom Clancy se dan la mano en The Division 2. Un secuela conservadora pero que expande la experiencia de la primera parte.
