Si Divinity, la cadena de Anatomía de Grey, Cazamariposas o Sin cita previa, anuncia, como realmente ha hecho, que abre su abanico de espectadores a un nuevo público, en concreto a las becomers (de 12 a 15 años), no hay más remedio que echarse a temblar.
Yo quisiera es su apuesta dirigida a un público pre y adolescente, indiscutiblemente femenino y huérfano de programación inteligente (problema que, claro está, no soluciona este título). Se trata de una serie juvenil que agrupa música, redes sociales y romance. La idea es infalible, el resultado es desolador.
Empezando por su lado formal, Yo quisiera recuerda a esas series made in Disney Channel en las que las habitaciones están a rebosar de objetos inútiles y el instituto es el lugar donde se hace de todo menos estudiar. A ello se suma la moda, uno de los reclamos principales y la pasión de la protagonista que, por otro lado, luce un look nada favorecedor. No se entiende que una chica que no sabe sacarse partido sirva de inspiración a “millones” de seguidores. Cualquiera con un poco de sensibilidad estilística preferiría una invasión de zombis a que el grueso de la juventud siguiera los desafortunados consejos de Lana a la hora de escoger su vestuario.
La mezcla de actores, los españoles y los venidos del otro lado del Atlántico, le confieren un aire de culebrón difícil de disimular. Aunque para ser justos, a ello también ayudan los conflictos de folletín en los que se complican los personajes. Parece mentira que, a estas alturas, a los jóvenes se les sigan adjudicando sólo aspiraciones tan fáciles como las amorosas o tan vaporosas como la moda y, en este caso, tan volátiles como la fama a través de la red.
En lo referente a la música, pasa otro tanto. Cantante de profesión real, la protagonista luce sus aptitudes en el escenario, pero nadie tiene el menor interés por el estudio serio, ni de solfeo ni de ningún instrumento. Yo quisiera utiliza además este anzuelo llevando a Micro abierto (el bar de moda en la serie) a los grupos o solistas de referencia (o los que pretenden promocionar) para los jóvenes actuales.
Esta apuesta becomer otorga a la moda una importancia que no tiene –calculamos que para fomentar el consumo–, sigue apostando por la industria musical sin promocionar el esfuerzo y el aprendizaje, sino sólo la fama, y encierra el universo adolescente entre las cuatro paredes de la amistad, la superficialidad, la rebeldía y los sueños poco altruistas.
Pero, lo peor es que vende a los futuros profesionales la equivocada idea de que las redes sociales son (con perdón de todos los que han estudiado en serio para ser auténticos community managers) la nueva herramienta para ser alguien sin ser realmente nadie. De hecho, la protagonista escribe su blog de forma anónima ¿qué puede significar eso? Quizá habría que revisar cómo se promocionan en esta serie las plataformas digitales y por qué se trata, por ejemplo, el ciberbullying con tanta frivolidad.
Definitivamente, el tembleque inicial estaba justificado. Nada se puede esperar, por ahora, de esta fracción de Mediaset que apuesta por los temas de menor entidad (aunque de gran trascendencia) y más manoseados de la programación juvenil. Habrá que aguardar nuevos tiempos y nuevas tendencias. Mientras tanto, busquemos otras ofertas para nuestros adolescentes.
Firma: Mar Pons
Lana té 16 anys i estudia en el Colegio Hispanoamericano. A primera vista, Lana és una noia normal, però només les seves millors amigues saben que és, a més, la bloguera que està triomfant a les xarxes socials. Al seu blog anònim Yo quisiera, Lana parla de tendències, estilisme, moda i congrega a milions de seguidors.
En el seu temps lliure, aquesta adolescent també és la community manager de Micro abierto, un bar de música en directe que rep els artistes revelació del moment. Amb la complicitat de les seves amigues, Julieta i María, Lana intenta portar amb calma, a més de la seva adolescència, les seves múltiples facetes. No obstant, tot es complica encara més quan l’amor crida a la porta: André, el nou cambrer de l’institut i cantant en les seves estones lliures, es converteix en la nova obsessió de la protagonista.
