Bambú nos tiene acostumbrados a productos audiovisuales de cuidada estética y de elegante puesta en escena. El primer capítulo de Velvet propone un ambiente de lujo entre telas y vestuarios de alta costura. Como en Gran Hotel, las diferencias entre clases sociales quedan patentes y juegan un importante papel en el guión. La elección de la época recreada puede ser un acierto ya que, aunque se retrocede al pasado, se retrata una década que todavía está en la mente de muchos, y la reproducción detallada del marco histórico y social de nuestra historia reciente es un reclamo que predispone al espectador, como han demostrado otros títulos recientes.
El elenco de actores es, en general, solvente y acertado. Aunque, como suele pasar, secundarios como Natalia Millán, Aitana Sánchez-Gijón o José Sacristán transmiten mucha más fuerza interpretativa que el joven Miguel Ángel Silvestre en su repetitivo papel televisivo de galán adinerado. Esperemos que los personajes dejen crecer a los actores protagonistas para comprobar su talento.
Al guión se han añadido algunas intrigas que el espectador tardará en resolver, y más de un personaje se irá sumando a la trama para aportar nuevos enredos que distraigan la historia principal. Así, el reparto coral es una de las bazas fundamentales de esta serie que juega con la multiplicidad de relatos para embelesar a todo tipo de espectadores. Una mención especial requiere la exposición de unas relaciones familiares conflictivas y llenas de rencor que empañan el ambiente general de la serie y afectan a su resultado final.
Por ahora, y siendo conscientes de que hace falta tiempo para valorar una ficción televisiva, Velvet ha abierto las puertas a una elegante historia que puede convencer a la gran audiencia. Sin embargo, existe el peligro, no muy remoto, de que se vaya complicando la narración hasta hacer del guión algo más parecido a un culebrón de lujo que a una historia de amor entre costuras. Para los espectadores que hayan visto la serie de la BBC va el aviso de que no busquen en Velvet el lujo, la elegancia, la delicadeza, la sutileza y la destreza de The Paradise. No las encontrarán.
Firma: Mar Pons
La cadena británica BBC adaptó en 2012 El paraíso de las damas, una novela de Emilie Zola ambientada en los primeros grandes almacenes que se abrieron en París. Telecinco la estrenó en la sobremesa del domingo en marzo 2013. La serie, titulada The paradise, trasladó la acción al Londres de 1870 y recreó las ambiciones de John Moray, dueño de las galerías El Paraíso, y de su nueva e innovadora empleada, Denise. Moray, comprometido con una dama de la alta sociedad, se enamora de Denise. La diferencia de clases sociales, muy acusada en aquella época, impide, en principio, que la historia de amor se desarrolle con normalidad.
Sirva esta introducción para establecer las similitudes entre The Paradise y la nueva serie que Antena 3 emite la noche de los lunes, Velvet. En esta producción de Bambú (Gran Hotel) el guión, aunque guarda similitudes con el producto inglés, presenta una historia con más posibilidades y menos encanto. En Velvet, el hijo mayor de Don Rafael Márquez, Alberto, debe hacerse cargo de las Galerías Velvet tras el suicidio de su padre.
La historia arranca finales de la década de los 50 del siglo pasado (1958) cuando Alberto, recién llegado de su estancia en Londres, declina la oferta de su padre de dirigir la empresa familiar y decide fugarse con Ana, una humilde costurera. Como es de suponer, los deseos de los dos jóvenes se tuercen tras la muerte del empresario. Su felicidad y su voluntad de contraer matrimonio se verá empañada por las dificultades que atraviesa negocio.
