Los creadores de Homeland, Howard Gordon y Gideon Raff, traen a la pequeña pantalla este nuevo drama de conflictos geopolíticos donde el terrorismo y el poder ocupan los dos lados de la balanza. Ya en su anterior trabajo demostraron la habilidad de construir historias complicadas donde los miedos, las inseguridades, las ambiciones o la desesperanza llevan a los personajes a comprometidas situaciones de difícil resolución.
Tyrant empieza presentando a unos protagonistas que arrastran muchas y pesadas cargas del pasado y la historia se desata con la muerte del dictador. Su ambientación en la cultura árabe favorece el clima de caos y complejidad que busca el guión y la diversidad de personajes reparte la empatía del espectador entre los dos bandos.
No hay que olvidar que se trata de una ficción y, por tanto, es difícil no caer en el espectáculo, los estereotipos y las medias verdades. Pero resulta interesante mezclarse emocionalmente en una cultura y en una sociedad tan alejadas de la nuestra. En Tyrant los escenarios son contundentes y los contrastes también.
Quizá, lo que no acaba de convencer, entre todo el conjunto de la historia, es la facilidad del protagonista, pediatra de profesión, para manejar a todo un gobierno acostumbrado a la guerra y a las imposiciones (aunque se pretenda justificar con el valor que tiene la sangre en las dinastías árabes). Bassan, papel interpretado por Adam Rayner, representa la voz del pueblo libre y pretende influir en las decisiones de su hermano Jamal (Ashraf Barhom) quien, entrenado para seguir los pasos de su férreo padre, no tiene ninguna intención de instaurar la democracia y perder su liderazgo. Pero, como podemos prever, las aguas turbias de Abbudin no dejarán a nadie al margen del pecado porque, en Tyrant, el fin justifica los medios.
Si conseguimos salvar el obstáculo de ver a Bassam como un salvador prepotente (definitivo el capítulo 7) y centrarnos en las historias humanas, culturales y sociales que se relatan, podremos disfrutar con una trama bien estructurada que desata, en cada capítulo, un nudo entre la libertad y la opresión, la capacidad de perdonar y la tiranía, la valentía y el miedo. Sin duda, lo más atractivo de la serie son las diversas personalidades y la evolución de unos personajes que, por obligación, se enfrentan al reto de vivir consigo mismos. Cada uno de ellos deberá afrontar las consecuencias de sus decisiones tomadas en un duro escenario que dibuja lo grande, opresor e insoportable que puede llegar a ser el ego del ser humano.
Con todo, hay que saber que no se trata de una serie que se decante por la delicadeza en mostrar según qué escenas. Así, se reduce la audiencia potencial a un público adulto al que, también, le gusten las intrigas políticas y los dramas de acción terrorista.
Firma: Mar Pons
Bassam Al Fayeed és el segon fill d’un dictador àrab. Després de 20 anys d’exili voluntari als EUA, fugint d’un sistema que no entén ni comparteix, torna, acompanyat de la seva família, per a les noces del seu nebot Sammy.
A Abbudin les coses segueixen com Bassam les recordava: opressió, misèria i malestar del poble amb el seu dictador. El seu pare segueix ostentant el poder sota l’amenaça de la força i la por dels seus compatriotes. Però les coses són a punt de canviar quan el President mor i el seu primogènit, Jamal, pren les regnes del govern.