Basada en la novela de Jason Mott, The returned, esta ficción americana envuelve el drama humano de la pérdida en sucesos paranormales. En su conjunto, recuerda a otras ficciones con temáticas sobrenaturales, pero sin llegar a extremos terroríficos. Más “espiritual” que fantasmagórica, Resurrection no abusa de los efectos ni de los sobresaltos. Por el contrario, en Arcadia todo se desenvuelve con relativa calma y secretismo.
La idea de resucitar a los que ya habían abandonado este mundo hace años da pie a los guionistas para enfrentarse y adentrarse en el dolor de los supervivientes, en los errores cometidos en el pasado y en las consecuencias que cada acto conlleva, para quien lo acomete y para los que le rodean. Eso sí, la serie no soporta ni un atisbo de trascendencia, por clara voluntad de sus creadores y también, quizá, porque (hay algunas teorías al respecto) los muertos, en realidad, no han resucitado.
Este drama con tintes sobrehumanos persigue una finalidad puramente comercial. Queda lejos de otros productos mucho más decididos por lo inexplicable y lo espectral. Ni su planteamiento ni su evolución lo convierten en una de esas series “de culto” con seguidores fieles que discuten teorías inútiles para pasar el rato.
Resurrection se mantiene en las formas y en la interpretación, incluye (al margen de la novela) asesinatos, intrigas y alguna que otra historia que da juego para estirar la trama y guarda, por ahora, cierta coherencia en el guión. No es un producto de nota, pero se deja ver sin complicaciones y acaba entreteniendo si se tiene la paciencia necesaria.
En Estados Unidos, la serie acaba de renovar para una segunda temporada. Aquí, por el momento, se emiten los ocho capítulos que componen la primera entrega y cuyo final deja al espectador con más preguntas que respuestas.
Firma: Mar Pons
Jacob Langston, un niño de ocho años, despierta en un arrozal de China a miles de kilómetros de su cuidad natal Arcadia, Missouri. El agente de inmigración, Martin Bellamy, es el encargado de recogerlo en el aeropuerto y entregarlo a las autoridades. Pero la necesidad de que el niño vuelva a su hogar lleva al agente a conducir hasta Arcadia y entregárselo al matrimonio que Jacob reconoce como sus padres, Henry y Lucille.
Sin embargo, la aparición de el niño desata muchos interrogantes ya que Jacob Langston murió hace 32 años ahogado en un río de la comarca. A esta “resurrección” se van sumando otras igual de extrañas y desconcertantes. Martin y la doctora Maggie Langston, prima de Jacob, se involucran en el misterioso caso de las reapariciones que están afectando a todo el pueblo y que están trayendo consigo la reapertura de muchas heridas cerradas.
En Arcadia, la población se divide entre los que prefieren desconfiar y los que buscan algún atisbo de explicación racional a estos hechos sobrenaturales. Aunque la verdad no es lo único que está en juego, las relaciones y los pecados del pasado parece que vuelven para atormentar a sus protagonistas.
