Poldark

Ya en la década de los setenta, las novelas de Winston Graham, protagonizadas por el arrogante pero honrado y decidido Ross Poldark, tuvieron una versión televisiva (entre 1975 y 1977). La cadena responsable de su producción y emisión fue la BBC y los papeles principales corrieron a cargo de Robin Ellis –que hace un cameo en esta nueva versión– y la pelirroja Angharad Rees. A España llegó en la época de la Transición y resultó ser todo un acontecimiento televisivo.

En esta ocasión es la compañía Mammoth Screen quien produce la serie, nuevamente para la BBC, y la autora de la actual adaptación es una mujer, la inglesa Debbie Horsfield. Como punto de partida, la renovación de un clásico posee muchas ventajas. Los avances en las técnicas de rodaje, producción y montaje permiten que la ambientación y los escenarios sean más llamativos y convincentes. Pero, lo mejor es que el guión ya está escrito y el éxito testado, lo que no quiere decir que no haya mérito en este remake, sino que llega con mucho camino recorrido y fama merecida.

Por otro lado, si hay algo que distingue a la cadena británica son sus producciones históricas, reconocidas por la audiencia y la crítica a lo largo y ancho del planeta. Y, con estos sólidos cimientos, llega el Poldark del siglo XXI. Pero ¿qué ofrece este nuevo drama tanto a los ajenos como a los que vivieron el fenómeno creado por Graham? Por un lado, la historia se centra en el romance entre un terrateniente y una sirvienta, lo que desemboca en una indiscutible trama de conflicto entre las clases sociales y su ordenación jerárquica en una época nada proclive a los cambios y muy dada a los cotilleos. Así, la representación de la sociedad inglesa del siglo XIX es uno de sus alicientes. Pero además, actúan como un eficaz anzuelo para el espectador el empeño por recuperar el estatus, la superación personal y los entresijos de una humanidad (no muy diferente a la actual) que se mueve por las apariencias, los contactos, las relaciones sociales pero que también esconde historias de lucha interior y coraje y en la que se valora y recompensa el esfuerzo y la honradez .

Aunque sea una obviedad, resulta obligado elogiar la belleza visual de sus escenarios naturales y la esmerada ambientación. Sin embargo, y por recordarnos que ya estamos en el siglo XXI, esta adaptación se inclina hacia una sensualidad ausente en su primera adaptación y no desaprovecha ninguna ocasión para descamisar a su protagonista –¿quién iba a pensar que la influencia de Crepúsculo llegaría hasta la BBC?–. No obstante, y como conclusión, Poldark es un drama histórico-romántico que entretiene con algunas dosis de calidad, para el público adulto.

Firma: Mar Pons