Vuelve uno de los éxitos de Televisión Española de la temporada anterior. Esta nueva entrega se compone de diez capítulos en los que los dos protagonistas deberán resolver el asesinato de los padres Robles. Además, en cada episodio se presenta un nuevo caso, independiente de la trama de fondo, que pone a prueba la sagacidad de los policías.
Entre las novedades el espectador asiste a la batalla entre Cata y Damián por la alcaldía; la atracción que siente Robles por su superior, la juez Nora; o la de Olmos por Isa, quien guarda un secreto que afectará a su relación. Todo ello aderezado con nuevas caras y nuevos personajes.
La primera temporada nos dejó con buen sabor de boca. Olmos y Robles fue uno de esos estrenos que, por su falta de ambición, consiguió convencernos de que para pasar un rato entretenido frente al televisor no hacen falta productos muy sofisticados, solo bien hechos y con algo de ingenio. El talento en esta serie se trasluce, especialmente, en los diálogos y en los personajes –ni la trama, ni la puesta en escena llaman la atención– que cautivan por su sencillez y por su personalidad. Además, el irónico montaje aprovecha para convertir en virtud lo que podría parecer ridículo o ambicioso en una ficción de bajo coste.
Olmos y Robles bebe de la comedia costumbrista con mesura y diluye sus defectos entre el humor y la capacidad de sus protagonistas para enternecernos y apoyarlos en sus pequeñas batallas vitales. Y, por todo lo demás no hace falta preocuparse. Ya sabemos que las escenas de acción, las poses de Cortada y la simpleza de los casos con su inverosímil resolución son un mero peaje (que se paga con gusto) para disfrutar de las trifulcas de Viyuela, Castro, O’Dogherty y Morgade.
Y, ahora, solo nos queda disfrutar de esta propuesta que exige poco al intelecto y que, a cambio, le otorga una hora de desconexión fresca y poco habitual en la pequeña pantalla. Confiemos en que los capítulos que quedan aguanten el tirón de nuestras expectativas.
Firma: Mar Pons
Tras pasar seis meses en una Unidad del Grupo de Acción Rápida de la Guardia Civil, el teniente Robles (Rubén Cortada) vuelve a pedir el traslado a Ezcaray, junto a su compañero Olmos (Pepe Viyuela), para resolver el caso más importante de su vida: descubrir quién es el asesino de sus padres.
Los dos guardias civiles se embarcan en una peligrosa investigación que les cambiará la vida para siempre y pondrá a prueba su amistad. Con la profesionalidad de Robles y la intuición de Olmos, esta extraña pareja trabaja unida para resolver otros curiosos casos que tienen lugar en la comarca.
