Los ángeles de Charlie

En 1976, Ivan Goff y Ben Roberts dieron vida de celuloide a tres ángeles. Kelly (Jaclyn Smith), Kris (Cheryl Ladd) y Sabrina (Kate Jackson), tres policías cansadas de asumir el rol de sus aburridos trabajos como secretaria, telefonista o administrativa, se pasan al campo reservado, por aquel entonces, a los hombres. Pistola en mano y luciendo todos sus encantos femeninos -que no eran pocos- los ángeles de Charlie se convirtieron en un icono televisivo que duró 5 años.

En el siglo XXI las cosas han cambiado, y mucho. Los tres ángeles son ahora expresidiarias a quienes Charlie da una segunda oportunidad y, además, dominan -en teoría- el arte de la lucha cuerpo a cuerpo. La ficción moderna lo lleva todo al extremo, quizá para convencer a un público saturado de historias audiovisuales. El caso es que, a pesar del clásico en el que se basa, este remake hace aguas por todas partes.

Para empezar, la originalidad de su argumento se quedó en la primera entrega (ni las películas, que se rodaron para el cine en 2000 y 2003, aportaron novedad alguna). El desarrollo de las tramas, inundado de pantallas, móviles y tecnologías digitales, no supera el poco detallado análisis de un curioso espectador, por sus saltos incoherentes de guión y por los inexplicables “hallazgos” de las protagonistas en su proceso de investigación. Tampoco convencen las escenas de acción (que llegan al clímax con explosiones superpuestas), más parecidas a una pelea de patio simulada que a un enfrentamiento entre el crimen organizado y la “justicia” celestial.

Para acabar, destacan los personajillos blandos, insustanciales e intrascendentes enmarcados en la piel de tres mujeres realmente atractivas, pero pasmosamente sosas y poco dotadas para la interpretación. Artífices, además, de diálogos de chiste y folletín.

Si el clásico ha sobrevivido gracias a las nuevas adaptaciones, esta versión moderna no merecerá ni una sola mención en los años venideros.

Firma: Mar Pons