Hermanos

Con este título, Telecinco lanza esta miniserie de seis episodios para abrir la temporada otoñal. Ambientada en los años 80 –no se pierde ocasión para hacer politiqueo–, los conflictos que envuelven a los protagonistas se acercan más a los de una ficción made in USA que a los de la sociedad real de la España de hace más de 30 años. Competiciones de boxeo, peleas amañadas, mafias, desahucios, drogas y favores sexuales son sólo el aperitivo de una historia que quiere abarcar acontecimientos nacionales (la reconversión industrial, el auge de los movimientos sindicales) e internacionales (Guerra de los Balcanes). Es poco verosímil que todo ello pueda recaer en tan sólo tres personajes relacionados entre sí y esto afecta a una trama que, por poco profunda, debe ir añadiendo conflictos para mantener a atención.

Hermanos no sólo peca de superficial en la exposición de sus argumentos, también lo hace en la configuración de algunos de sus personajes. Si en la base del argumento prevalece un amor disputado entre dos hermanos, el objeto de este amor debería contar con un personaje que lo mereciera. A Virginia le queda grande tanta atención y su existencia simplista y carácter bobalicón no la hacen una digna protagonista.

Sin duda, el esfuerzo técnico se refleja en la más que aceptable puesta en escena. Quizá se abusa de algunos efectos, pero el resultado de la filmación es sugerente y poco habitual en las series españolas ambientadas en la época moderna. A pesar de todo, esta habilidad técnica no suple la falta de elegancia de las tramas, la inexistente sutileza en los diálogos y la permanente necesidad de mostrar las oscuridades del ser humano.

Firma: Mar Pons