Fama a bailar

Cuatro ha encontrado, por fin, el formato de telerrealidad que le
funciona y le hace líder en la sobremesa. Esta segunda temporada que,
por estas fechas, ya debería haber acabado, la cadena la está alargando
aún más que su anterior edición. El objetivo es loable, ya que, en
principio, se trata de bailar bien y aprender para ganar un máster de un
año en una de las mejores escuelas internacionales de baile. Sin
embargo, la dinámica promovida por la “academia” es, muchas veces, poco
pedagógica: competitividad salvaje, erotización y cosificación de las
coreografías y sus ejecutores, promoción de unas relaciones humanas y de
compañerismo basadas en una afectividad infantil y encumbramiento del
exclusivo éxito personal