Estoy vivo se presenta como un título a tener en cuenta, que se puede ver con la tranquilidad de la ausencia de cortes publicitarios. Parece adecuada para una audiencia amplia y no se excede en contenidos violentos o de corte adulto.
Es curioso como bajo un mismo nombre, Daniel Écija, se encuentran títulos tan dispares como la incomprensiblemente longeva Águila roja, la innovadora Vis a Vis o la trasnochada Anclados. Ahora, también de su mano, nos llega Estoy vivo, una ficción que combina el género policíaco, el humor y los tintes sobrenaturales. Este es, por ahora y sin duda, uno de sus mejores títulos y una positiva novedad en la pequeña pantalla.
Poco a poco, vamos viendo cómo la industria de nuestro país se crece con ofertas de valor –narrativo y visual– como La casa de papel, Pulsaciones o Sé quién eres. Pero, lo mejor de Estoy vivo es su apuesta por tratar de cruzar el límite de lo real e introducir un componente de trascendencia sin complejos, con decisión y con ingenio.
En un principio, puede chocar ese limbo futurista y sus habitantes. Sin embargo, solo hay que dejar que los personajes hablen, que la acción se desarrolle y que los acontecimientos se desenvuelvan entre la comedia y el drama, la tensión, el suspense y la acción y, lentamente, entramos con el protagonista en su nueva vida y queremos saber más.
Personajes como Manuel (Javier Gutiérrez) o el Enlace (Alejo Sauras) le dan a esta serie personalidad. Destaca el trabajo de diálogos y la intención de encajar las piezas de forma coherente (sin abusar del componente extraordinario), la voluntad de crear personajes con historia y recorrido y el esfuerzo de una filmación ágil e intensa.
Firma: Mar Pons
El inspector de policía, Andrés Vargas, muere en acto de servicio. La noche fatídica, Vargas salió de casa para dar caza al asesino en serie más buscado, el Carnicero de Medianoche, y no volvió.
En ese impás, en el que el muerto debe dar el paso definitivo hacia la vida eterna, los seres de la otra dimensión se dan cuenta de que han cometido un error: Vargas debería estar vivo. Y en un intento por enmendar el fallo, le dan a Andrés la oportunidad de encarnarse en un nuevo cuerpo, el de otro agente policial llamado Manuel Márquez.
Uno de los inconvenientes con los que tropieza Andrés a su vuelta es que, en la Tierra, ya han pasado cinco años desde su muerte y las cosas han cambiado. Por otro lado, tiene prohibido contar a nadie quién es en realidad y, para asegurarse de ello, su Enlace –la persona que le acompaña en el tránsito– será su sombra en su recién estrenada vida.