El mentalista. Tercera temporada

El mentalista sigue el patrón de muchas de las series americanas que están llegando a nuestra parrilla en los últimos años. Una pareja protagonista, formada por chico y chica, con caracteres que colisionan y están destinados a entenderse para resolver casos policiales. Vemos similitudes con Castle, Bones e incluso con una de las más veteranas, CSI.

En El mentalista, se huye del morbo en los casos y las imágenes desagradables –cosa que a veces no ocurre en CSI-, el protagonista tiene unas habilidades poco convencionales, aunque no sobrenaturales, que nos recuerdan al Tim Roth de Miénteme, serie que Antena 3 no ha sabido aprovechar. De la pareja protagonista, como ocurre en Castle o en Bones, se desprenden situaciones divertidas por la colisión de formas de hacer, una más racional y la otra más intuitiva, que le otorga frescura y un cierto tono de comedia.

En cada capítulo de El Mentalista se resuelve un caso, pero siempre está latente el asesinato de la mujer y la hija de Patrick Jane, que marca alguno de los comportamientos del protagonista, como en Castle la muerte del padre de la inspectora Beckett.

Nada nuevo. Pero la ficción ha contado con una buena acogida entre la audiencia y la crítica estadounidense. No en vano, en España fue el mejor estreno de la historia de La Sexta. Su éxito radica en que es una serie agradable, entretenida, sin caer en el morbo para atraer a la audiencia, y con un desarrollo y desenlace con cierta originalidad. Los actores interpretan con buena química sus relaciones profesionales, que no están marcadas por la acritud o amargura presente en otros productos de factura similar. El aspecto elegante de Patrick (pulcro y con su chaleco y americana siempre perfectos) y sus sorprendentes comentarios sin eufemismos ni medias tintas crean un divertido y peculiar contraste, que es, sin duda, el sello de su diferenciación y atracción para el espectador.

Firma: Montserrat Bros