En primer lugar, hay que dejar claro que la serie no es ni tan blanca ni tan familiar como han pretendido hacernos creer desde la cadena o tal y como la define la crítica. A no ser que entendamos por blanca una trama que defiende el fin –tener un trabajo– para justificar los medios –engañar a las personas–; y por familiar la enfermiza y dependiente relación que mantiene la hermana del protagonista, desde hace cuatro años, con un hombre casado. ¿Que la serie no se regodea en escenas no aptas para menores? Sí. ¿Que eso la convierte en un producto para todos los públicos? No.
Lo que le pasa a El hombre de tu vida es que es fácil y simple. Es fácil de entender por su escaso nivel en los guiones y es simple por mostrar una tramas en las que no entran en juego la compleja y real psique humana. De esta forma, y a lo mejor por eso se han dejado engañar los críticos, todo adquiere un aspecto de viñeta de cómic que la aleja del drama que narra. Incluso, se intercalan cortinillas animadas que refuerzan la idea de una historia sin relevancia moral. Como si se tratara de un relato para niños.
En este contexto no extrañan las reacciones –las de los personajes– y las resoluciones –las de los casos– más falsas que ocurrentes y, el espectador asiste desprevenido al hecho de que, en cualquier caso, en esta serie las mujeres siempre salimos malparadas. Pero sin entrar a dramatizar, está claro que El hombre de tu vida no pasa de una comedia sin pretensiones (tampoco la de ofender a nadie); lo cual es una lástima, porque la idea original (extraída de una producción argentina homónima) es buena y tiene potencial. Eso sí, requiere un buen trabajo de diálogos y de personajes para resultar verosímil o interesante.
Por otro lado, también sorprende que el papel protagonista haya recaído en el humorista superviviente de Cruz y Raya. Está claro que la cadena pretendía mantener a los fans de Mota en esta nueva versión de sí mismo, pero el problema es que ni Hugo Bermúdez ni su historia se alejan lo suficiente para desterrar de la memoria del espectador cualquiera de los mil personajes que ha encarnado el polifacético actor. Como consecuencia, quedamos a la espera de un gag que no llega y no nos implicamos en el drama o en el romance cuando se nos propone.
El elenco de secundarios es de lo mejorcito y entristece no verles en un papel donde se puedan lucir. Sin embargo, cumplen con su sencillo cometido y es de agradecer. Sólo hay un pero: si Paco Tous se mete a cura –un personaje con posibilidades– debería hacer trabajo de documentación y saberse las parábolas o, por lo menos, las que utiliza para “sermonear” y si no, Paco, pues no entres al trapo.
Al final, El hombre de tu vida no será la serie de nuestra vida. Eso sí, se deja ver y, con el tiempo –si la audiencia responde– quizá mejore. No obstante, por ahora y tras el escaso éxito en su estreno, vaticinamos un futuro corto y no muy halagüeño.
Firma: Mar Pons
Hugo Bermúdez sufre la crisis de la mediana edad. Después de llevar una vida entregada al trabajo y a la crianza de un hijo, ya que su mujer falleció hace años, ve cómo su vida se va al traste, o casi. La empresa a la que le ha dedicado sus últimos años decide «prescindir de sus servicios» y, Hugo se pasa los meses buscando un trabajo para mantener a su hijo, pero parece que el mercado laboral no está boyante.
Un día, su cuñada le cuenta que ha montado un pequeño negocio con el que concierta citas por internet y le propone ser su galán. Es decir, el cometido de Hugo será convertirse en el galán de turno y enamorar a la clienta, para después desenamorarla y pasar a la siguiente.
Tras unas pequeñas reticencias, Hugo accede por la apremiante necesidad económica que padece y así se convierte en El hombre de tu vida.
