Una serie de intriga para adultos que, aunque es bueno que exista por aquello de que se aprende a base de práctica, no aporta novedades destacadas ni en su argumento, ni en su puesta en escena.
Daniel Écija, el encargado de traernos también a la pequeña pantalla la serie Estoy vivo de La 1, firma este título que se desarrollará en trece episodios con un final cerrado.
En un principio, El accidente presume de un buen montaje, una interpretación adecuada y una trama que puede dar de sí lo necesario para no estancarse o para no discurrir por callejuelas sin sentido. Sin duda, a esto ayuda escribir el guión con un final resuelto sin esperar la dictadura de la audiencia.
Ya puestos, El accidente también puede presumir de una filmación lograda y generosa en exteriores; aunque, en ocasiones, transmita una sensación de despoblada actividad que desdice del esfuerzo general. En definitiva que, a primera vista, todo convence en esta ficción que busca la confusión del espectador tanto como la de sus protagonistas.
No obstante, los espectadores vivimos una época de bonanza audiovisual. Más aún, vivimos envueltos en una sobre abundancia de títulos venidos de todas partes del mundo. Existe tanta que nos cuesta identificar lo que realmente vale la pena. Es en este punto donde El accidente se estrella contra la realidad. No por contener errores llamativos en sí mismo, sino por no tener personalidad propia, por no buscar un hueco en el que instalar su narración. Engaños, secretos, estafas, decisiones equivocadas, corrupción, tráfico de sustancias ilegales y cárteles los hay a patadas en la ficción. Y a la pregunta “¿qué puede motivarnos a ver esta propuesta?” no encontramos razones suficientes ni respuestas concluyentes.
A esta falta de singularidad se suman los temas de siempre: estamos ante un título solo para adultos, que se emite en una cadena generalista con su consiguiente publicidad (tanto online como en la televisión tradicional) y sujeta, por lo menos durante un tiempo, a una emisión semanal.
Firma: Mar Pons
Todo comienza con un accidente de avión en el que supuestamente había embarcado José (Quim Gutiérrez), un modélico padre y esposo al frente de una pequeña empresa familiar. Nada más conocer la noticia, su mujer, Lucía (Inma Cuesta) empieza a recabar información sobre el suceso y pronto descubre que no ha habido supervivientes. Sin embargo, nadie parece saber nada de su marido, no le encuentran entre los fallecidos, no figura en la lista de los malogrados pasajeros… como si se hubiera evaporado en el aire.
¿Dónde está José? ¿Embarcó realmente en el avión? ¿Qué se oculta tras el dramático misterio? La confusión de Lucía es cada vez mayor a medida que empieza a descubrir detalles y a ver extrañas e incomprensibles reacciones en su entorno familiar, lo que le lleva a preguntarse si realmente conocía a su marido, si José era realmente quien decía ser y el hombre junto al cual formó una familia.
