Zoli y Pouet

El hogar de Zoli es muy extraño, y los distintos personajes que viven en él hacen que lo sea aun más. En cada capítulo, mientras algo ocurre en la casa (fiestas a escondidas, trabajos del colegio, contaminación del huerto familiar…), el perro de la familia, que verdaderamente es el padre de Zoli, debe llegar a escondidas a su laboratorio secreto para investigar la fórmula que le permita volver a su aspecto humano. Para estas investigaciones siempre podrá contar con la ayuda de su hijo, el único familiar conocedor del gran secreto. Pero, pese a los esfuerzos de ambos, parece que este problema nunca se resuelve.

Los modelos que nos propone esta serie de dibujos dejan mucho que desear: una hermana con voz chillona y poco amable que intenta dominar a sus hermanos; un hermanastro al que la vida le supera y unos padres que discuten por tonterías, no son totalmente sinceros entre ellos e intentan justificar sus acciones delante de los hijos.

Como hilo conductor de los capítulos, los dibujos intentan partir de ideas actuales: la comida “healthy” será un tema frecuente en la trama, así como los métodos de relajación, las energías renovables o la dependencia de las nuevas tecnologías.

Estos dibujos siguen muy de cerca la idea de la conocida serie Phineas y Ferb: aventuras de hermanos, inventos, un mascota que habla y que posee una identidad desconocida y personajes de estética fea (aunque en el caso de Zoli y Pouet este feísmo se incrementa mucho más). Aún así, podemos advertir importantes diferencias por las que no llega a reemplazar la anterior propuesta: no ofrece a su público el plus de los gags cómicos y los números musicales que presentaban los capítulos de Phineas y Ferb. También se echa en falta esa alegría y cariño del equipo que formaban los dos hermanos protagonistas.

Firma: Júlia Nafría