Yo nunca

El título Yo nunca –un juego típico de adolescentes– ya indica por dónde van los tiros en esta serie de Netflix. En efecto, se trata de otra creación sobre el público joven aunque, quizá, dirigida a una audiencia más amplia.

Como era de esperar, se pueden encontrar los tópicos trillados de siempre y varias tramas y personajes forzados, pero ello no impide que la propuesta cuente con varios aspectos originales. En primer lugar, la protagonista es de origen hindú y no es el prototipo de empollona asustada o poco social. Al contrario, es una chica con mucha caradura y decidida a irrumpir en la élite de la popularidad.

Por otro lado, la voz en off que relata los acontecimientos es también un elemento peculiar. La presencia del famoso tenista John McEnroe como narrador –tanto en la ficción como en la realidad–, añade cierta excentricidad a la crónica y no encuentra su explicación hasta el último episodio.

Sin embargo, esos componentes, junto con el talento y la interesante premisa, se desaprovechan y se pierde la oportunidad para profundizar en materias importantes y convertirse en una propuesta trascendente. La narrativa trata temas como la adaptación, la lealtad, la búsqueda de identidad o el descubrimiento sexual a base de anécdotas corrientes llevadas al extremo con humor. Por ello, en lugar de destacar entre sus semejantes al presentar de manera atractiva asuntos como la integración de culturas, acaba resultando en un producto similar a Sex education que parece que propone la superación de un duelo a través del sexo y el alcohol.

No obstante, la fórmula engancha, ya que es una historia ligera, refrescante, de capítulos breves, poco exigente y se consume con bastante facilidad. Además, cuenta con un final abierto que da pie a una segunda temporada y presagia que pueda alargarse aún durante varias más.

En definitiva, Yo nunca es una serie que podía haber aportado mucho más que el ya visto microuniverso teen, donde lo más importante ocurre en casa y en el instituto. A pesar de contar con buenos ingredientes, no deja de mostrar las vivencias de una adolescente con los valores alterados y falta de sentido común.

Firma: Patricia Amat