Trolls: ¡No pierdas el ritmo!

Conservando las semillas que plantó la película, esta serie sigue siendo una explosión de color, música, baile y afectos a discreción. Los pequeños habitantes de Villa Troll protagonizan, en apenas diez minutos, una historia de la que siempre se puede sacar algún aprendizaje.

El perdón, la confianza, la generosidad, la comprensión y un largo etcétera de buenas conductas estallan en un ambiente de felicidad, amabilidad y ganas de mejorar. A todo ello se suman el sentido del humor y el ingenio al relatar las aventuras.

También los caracteres –definidos y muchas veces opuestos– de sus personajes son fuente de discordia y malos entendidos. Así es como se muestra al pequeño espectador lo importante que resulta conocer, aceptar y respetar la diversidad. Además, se insiste en que para ser felices primero hay que hacer felices a los demás.

Las historia se cuentan al ritmo festivo de los Trolls y, entre canciones y bailes, podemos acompañar a estas criaturas mágicas a un mundo imaginario y muy, pero que muy brillante, aunque en ocasiones algún detalle molesto apague temporalmente su resplandor.