Con The Office la televisión creativa da una nueva vuelta de tuerca. Sus padres en la versión primigenia en el Reino Unido, Stephen Merchant y Ricky Gervais (este último además era su protagonista) y sus padres y adaptadores en la versión norteamericana utilizan el mismo lenguaje televisivo del género, pero con unos guiones de ficción.
Es decir, a través de un estilo de falso documental –cámara en mano, panorámicas rápidas y zooms que se dirigen “falsamente” a lo que se supone pasa espontáneamente en la oficina, sonido directo de fondo, entrevistas a los personajes que rompen la ilusión de ficción con sus miradas a cámara– se nos otorga una divertida parodia del género televisivo, de la sociedad, del entorno laboral y de las relaciones humanas.
Mientras que la versión inglesa (que se emitió en la BBC, en 2001) duró dos temporadas, la versión norteamericana es de la privada NBC y alcanzó la novena. Su estreno en 2005 tuvo un gran éxito de público y crítica; ganó un Emmy a la mejor comedia y un Globo de Oro al mejor actor para Steve Carell, entre otros galardones y nominaciones.
El jefe de la empresa, Michael Scott (Steve Carell) y narrador del relato es un fanfarrón, incapaz de gestionar con madurez y profesionalidad su oficina. Sus patéticos intentos de parecer moderno y un gran líder –su más preciada posesión es su taza al “Mejor jefe del mundo” que tuvo que comprarse él mismo– solo añaden más caos al provocado por los caricaturescos caracteres de sus empleados.
Con un marcado aire metalingüístico, cómico y paródico, y a veces cinéfilo, la serie es una opción refrescante para pasar buen rato. Aunque los perfiles humanos que muestra, en el fondo, son para echarse a llorar, tampoco carga las tintas en el pesimismo o la burla despiadada. Predomina de fondo, eso sí, ese tono ligero que inunda la mayoría del espectáculo televisivo contemporáneo.
Firma: Lourdes Domingo
¿Qué pasaría si un equipo de televisión filmara el día a día de una peculiar oficina norteamericana? ¿Qué pasaría si, además, entrevistara a sus empleados y se descubrieran sus surrealistas relaciones y sus más que extravagantes caracteres? Seguramente, se diría que se trata de un nuevo docusoap; uno de esos programas que también se han producido en nuestro país, como Animalia, Aeroport o Jutjats y que hemos visto en diversas autonómicas. Pues esto es lo que propone esta producción de la Universal, en la que se narra el día a día de la empresa de venta de papel Dundre-Mufflin en Scraton, Pensilvania.