The Boys

Eric Kripke (Revolution, Timeless, Supernatural) se hace con la adaptación del cómic homónimo de Garth Ennis y Darick Robertson. Según los expertos en esta tira gráfica, la serie producida por Amazon aligera la brutalidad que ofrecía el original.

No obstante, el espectador debe contar con que el cinismo, la violencia y la procacidad sexual se pasean por las tramas de los capítulos. Kripke, que ha trabajado en la génesis de la biblia con Seth Rogen y Evan Goldberg (expertos en títulos de voluntad irreverente), templa las citadas cuerdas para alcanzar un público más selecto. Es decir, se dirigen a adultos pero adultos que quieren historias complejas y no la transgresión por la transgresión, como si a estas alturas eso fuera una novedad.

Dicho esto, y con esos “peros”, The Boys se asienta en la cultura de desmontar mitos y romper parámetros narrativos. Así, los tradicionalmente dulces superhéroes se presentan aquí como los más corruptos, egoístas y frágiles de los mortales; inmersos, además, en una trama político-corporativa que no deja de ser un espejo de tantas supuestas conspiraciones que hemos visto en escena en nuestra realidad.

En este sentido, la serie logra bastante credibilidad, a caballo entre trazos muy realistas y otros de un universo semi-fantástico. Mientras, por otra parte, pesa demasiado la voluntad de oscurecer los rasgos definitorios de cada personaje. Está bien la intención con que se hace; no obstante, el resultado no siempre es todo lo verosímil y natural que se desearía (ahí entran algunos de esos excesos puestos con calzador).

Lo que se sabe es que habrá segunda temporada de una producción que aprovecha muy bien los recursos visuales para teñir las secuencias de la luz adecuada al tono dramático y para estructurar sus casi 60 minutos de episodio con un ritmo de montaje que mezcla muy bien acción y la revelación más personal.

Firma: Lourdes Domingo