Sueños sobre hielo

Últimamente, la vida de los deportistas de élite ha estado muy presente en las producciones de Netflix. Y es que las historias de gimnastas, cheerleaders y patinadoras dan para mucho.

Poco tiempo antes del estreno de Sueños sobre hielo, la misma plataforma nos trajo Spinning out. Aunque ambas tramas siguen un esquema parecido, por suerte, aparecen algunas diferencias que hacen que el nuevo producto sea mejor.

En Spinning out encontrábamos una chica que buscaba el éxito desesperadamente. Para ello debía luchar contra una afección mental y salir adelante sin una familia que la apoyara: su padre estaba desaparecido, la relación con su hermana era pésima y su madre sufría una enfermedad mental que no le permitía cuidar de sus hijas como merecían.

Ahora, en cambio, tenemos una deportista con una buena técnica, pero a quien le gusta más disfrutar de lo que hace que ganar competiciones. Además, tiene muy claro que, para ella, la familia va por delante de todo y no duda en renunciar a sus planes para que se mantenga unida.

El enfoque que se da al deporte es distinto. Habla de superar obstáculos, trabajar en equipo y aprender a confiar en los demás. También trata el tema de la obsesión de los padres que vuelcan sus propios sueños frustrados en los hijos y a la vez muestra unos jóvenes que empiezan a tomar sus propias decisiones.

Exceptuando a Jade Ma –Viuda negra–, el reparto es poco conocido. Pero es un acierto que, tratándose de una serie de deportistas, los protagonistas sean actores que han aprendido a patinar y no patinadores que han aprendido a actuar, como pasa la mayoría de veces en este tipo de producciones.

Aunque va dirigida al público familiar, los preadolescentes son quienes más la disfrutarán. Y si a algún adulto se cansa por la sencillez de la trama, siempre podrá distraerse con las coreografías y los trajes de lentejuelas.

Firma: Júlia Nafría