Sandman

The Sandman es la adaptación de los cómics de Neil Gaiman (Coraline). Gaiman, quien también participa en la creación de la serie, nos revela con imágenes el mundo de las novelas gráficas que publicó en la última década del siglo XX.

Para los que llegan por primera vez al personaje y a la obra del escritor, la serie ofrece un mundo oscuro, individuos atormentados y una creación narrativa algo compleja y no del todo redonda. Aunque es innegablemente imaginativa, es casi imposible no encontrar algunas referencias o similitudes con otras propuestas similares.

Sin embargo, Sandman puede atraernos por esa representación mágica de mundos inexistentes. En ellos, tanto el ser humano como los Eternos luchan con sus demonios internos y, a veces, con los externos. El afán de poder, el egoísmo y la maldad conviven con la necesidad de trascendencia y la búsqueda de la verdad.

Como suele ocurrir en estos casos (el de las aclamadas novelas gráficas con contenido), el relato va más allá de lo puramente visual y plantea algunas cuestiones profundas a las que podemos prestarles atención o no. Sandman tampoco nos da las respuestas.

Quizá se le puede atribuir una visión triste del grueso de la humanidad, con sus vicios, deseos y vanidades. Sin embargo, también se descubre un intento de iluminar y de exaltar lo bueno por encima de lo malo. Aunque no siempre lo consiga.

Por otro lado, resulta excesiva la duración de los episodios. Sandman se entretiene demasiado y estira los minutos sin aportar grandes cosas. Con menos metraje y una historia más condensada se habría logrado un ritmo adecuado para el formato de Netflix. Ya avisamos de que el desconcertante último episodio no forma parte de la primera entrega. Es un “extra” que apreciarán los lectores de Neil Gaiman.

En resumen, Sandman –a pesar del éxito que dice la plataforma haber cosechado– es una oferta más en el mundo de la fantasía. Gustará a los fans de Gaiman y puede que a los del género fantástico. El resto puede seguirla por el personaje central o porque no tenga nada mejor que ver.

Firma: Mar Pons