Rooster House

Rooster House es un programa de Clan en el que se pretende dar una vuelta por Youtube –y otras redes sociales– y destacar vídeos musicales. Para ello, los presentadores (animaciones en 3D) elaboran listas en diferentes secciones.

Lo primero que hay que mencionar es que después de ver dos episodios seguidos de este “contenedor musical” uno no tiene más expresiones a mano que cool, flow, lo peta y me estalla la cabeza. Con esto nos hacemos una ligera idea de su contenido. Lo segundo, y quizá lo más importante, es pararse un momento a considerar su audiencia potencial. Si tenemos en cuenta que Clan es un canal específico para la infancia, este programa se ha equivocado de canal. Pero si los dirigentes de Clan piensan que este es un programa adecuado para la infancia, apaga y vámonos.

Por destacar sólo algunos detalles y para no alargarnos mucho, seleccionamos solo unas cuantas objeciones. Una: ¿por qué los presentadores gritan permanentemente al espectador? Dos: ¿Por qué ese “malrrollismo” entre los presentadores animados? Tres: ¿Es educativo (o responsable) pedir a los menores que se graben en vídeo y que los suban a sus redes sociales para luego emitirlos (o no) en el programa? Cuatro: ¿hay que publicitar lo peorcito de las redes sociales en secciones como “Lo + hater”? Cinco: ¿Qué valores se fomentan promocionando vídeos caseros de anónimos que cantan o bailan temas de otros artistas famosos? Seis: ¿Qué interés pueden tener las listas que se presentan si los comentarios no dejan escuchar la canción y solo vemos diez segundos de vídeo?

En fin, parece que nadie ha pensado en los menores y que este programa, incluso con medios para su producción, no repara en que los contenidos son más importantes que las formas. Así que quizá hay que ahorrar en modernidades animadas e invertir en una verdadera promoción de la cultura musical. Porque, dicho sea de paso, aparecen demasiados temas del siglo pasado (que nada interesa a la infancia) y lo más “cutre” de este siglo (con sus consabidos inconvenientes). Sin olvidar la cantidad de clips “robados” a los americanos, chinos y demás habitantes de la red.

Firma: Mar Pons