Hugh Laurie es el gancho, el atractivo y la razón de este thriller con algunas intrigas y una buena técnica. Roadkill es un entretenimiento ameno con un buen personaje y un mejor actor.
Hay producciones que no llaman la atención por su premisa, su trama o alguna particularidad técnica, sino simplemente por la cara conocida que aparece en el cartel. Es el caso de Roadkill, una miniserie de Movistar+ donde el mayor reclamo es Hugh Laurie, la estrella de House. Y, efectivamente, este título está pensado para disfrutar del buen hacer del intérprete y de su personaje.
Laurie da vida a Peter Laurence, un ministro británico con un pasado ligeramente sospechoso. Y lo hace de una manera magnética, que atrae y atrapa y acaba confirmando que él es la razón para darle una oportunidad a los cuatro episodios. A su vez, Laurence es un retrato brillante de un político con gran labia, carismático, con el don de la oportunidad. El ministro consigue convertir su pasado comprometido en una ventaja en su campaña, haciéndose el despistado y elaborando discursos perfectamente convenientes, que logran convencer a las masas. Es un hombre sin rastro de culpabilidad o arrepentimiento por sus errores, capaz de darle la vuelta a la tortilla y aprovecharse de sus lastras en beneficio de su carrera profesional. Y, aún así, Laurie consigue que al espectador incluso le parezca una persona agradable.
En cuanto al guion, la temporada es bastante convencional y narra un relato que puede enganchar, aunque a veces el ritmo sea lento y pueda hacerlo un poco pesado. El elenco se mueve entre bastidores de la política, con sus conspiraciones, traiciones y ambiciones. Pero no se llega a profundizar en la coyuntura sociopolítica que enmarca los hechos, sino que que el enfoque está centrado en la psicología del protagonista y en su intento de conseguir el equilibrio entre la vida pública y la privada.
Técnicamente está muy bien hecha pero no es un producto espectacular: está en un correcto punto medio. No va a descubrir nada nuevo ni a contar una historia que no se haya oído antes. Es un thriller como otros, con alguna sorpresa –y una tonadilla de suspense pegadiza– pero sin demasiada originalidad.
En definitiva, es una propuesta para pasar el rato que, aunque no llegue a la altura de otras series ambientadas en el mismo mundillo, presenta un rol bien construido y no tiene más pretensiones que ofrecer la excusa perfecta para deleitarse con el trabajo de Hugh Laurie y con su papel.
Firma: Patricia Amat
Peter Laurence es un ministro del gobierno británico que quiere a labrarse una gran carrera profesional. Sin embargo, hay un sector de la sociedad dispuesto a hundir su reputación. A medida que se van descubriendo historias comprometedoras, Peter intenta que su pasado no sea un obstáculo en su camino hacia el poder.