Ratched

Los que en su día vieron la oscarizada película de Alguien voló sobre el nido del cuco no pueden olvidar la frialdad y maldad de la enfermera Ratched, una trabajadora del psiquiátrico donde un increíble Jack Nicholson era el paciente protagonista. Pero quien pretenda encontrar algo del filme se llevará una gran decepción.

Ryan Murphy, creador, guionista y director junto a Evan Romansky, nos quiere mostrar los inicios de la perversa enfermera y, para ello, le dan no sólo el título de la serie sino, también, todo el protagonismo.

Las primeras escenas son pintorescas por su contenido violento. Dan una pincelada sobre la personalidad y la oscura historia del asesino, Edmund Tolleson, al que llevarán al psiquiátrico de Lucia. La valoración psiquiátrica dará luz para saber si es posible o no juzgarlo y llevarlo a la silla eléctrica por sus asesinatos. No olvidemos que Murphy es también el creador de American horror story que hizo ganadora de un Emmy a la protagonista, Sarah Paulson, brillante en su papel.

La serie empieza con un tono interesante y misterioso que enseguida deja entrever la relación de Edmund y Mildred, por otro lado, previsible. Ella desde el primer minuto deslumbra por sus artimañas para entrar, a cualquier precio, como enfermera en el hospital. ¿Es realmente enfermera? ¿Qué hay detrás de esa falsa perfección, sensualidad y excentricismo? ¿Por qué encandila al Dr. Hannover? Poco a poco se irá mostrando quién es quién en el hospital y fuera de él.

Hay un exceso de violencia en los asesinatos y Murphy no escatima en sangre y en crueldad. Siempre con impasividad, ante la mirada fría, por no decir congelada, de Mildred. Aun cuando llora, notas el frío en sus venas, como si no tuviera corazón. El tema del sexo es también recurrente y se utiliza como un elemento esencial y causante de diferentes problemas.

Una serie que, a pesar de la buena interpretación de los personajes (no es fácil representar a diferentes tipos de psicópatas), no llega para nada a la altura de Alguien voló sobre el nido del cuco o de El silencio de los corderos.

Se valora el vestuario de la época y la magnífica fotografía, ya que, sin esos buenos planos, muchos tramos de la serie serían sencillamente insufribles.

Es un entretenimiento escalofriante, lleno de giros imprevisible y dejando el final abierto para que el publico decida si el malo nace o se hace, o más bien abierto hacia una segunda temporada, que no importará perdérsela.

Firma: Rosamaría Aguilar