Prodigios se presenta como los muchos otros talents que La 1 ha emitido anteriormente. Varios concursantes se enfrentan en cada gala, donde el jurado valorará sus actuaciones y, posteriormente, elegirá a los finalistas. Pero, sorprendentemente, este nuevo programa se aleja por completo de sus predecesores con un nivel atípico de la cadena.
Hay tres categorías en la que se dividen los aspirantes al premio: canto, danza e instrumental. Las actuaciones van siempre intercaladas, de manera que la audiencia no tiene un atracón de un solo grupo, sino que va cambiando. Además, se van emitiendo imágenes del backstage, donde los pequeños artistas esperan su turno con los familiares, lo que ameniza el ritmo. Pero la valía del proyecto se encuentra en las personas y no en su formato.
Para empezar, están los participantes. Todos ellos entre 10 y 16 años, pero con un largo recorrido en el mundo de la música. A su temprana edad, poseen una amplia formación, fruto de un gran esfuerzo y sacrificio por su parte que, como ellos mismos explican, les ha comportado varias renuncias en sus vidas. Sus interpretaciones reflejan un largo entrenamiento y su simpatía hace que el espectador se encariñe con ellos desde el principio.
Por primera vez, aparece un jurado que no quiere llamar la atención, colocar un par de frases inteligentes o humillar a su interlocutor.
Por otro lado, se encuentra el jurado: Ainhoa Arteta para la categoría de canto, Nacho Duato en danza y Andrés Salado en instrumental. Estas tres prestigiosas figuras se encargan de seleccionar al niño de cada grupo que pasará a la final. Siendo personalidades tan experimentadas, asombra su humildad al no quitar ni un ápice de protagonismo a los prodigios que evalúan. Por primera vez, aparece un jurado que no quiere llamar la atención, colocar un par de frases inteligentes o humillar a su interlocutor. Su cometido es felicitar a las estrellas y darles algún consejo en cuanto a técnica (que resultan siempre muy útiles). Es tal su dedicación, que hasta se suben al escenario para poner en práctica ellos mismos esa recomendación junto con los niños, o se agachan para poder hablarles a su altura. En sí, Prodigios está del todo pensado para la edad de sus candidatos, que van acompañados por sus seres queridos, y a los cuales, tanto el jurado como el presentador, se dirige de manera adecuada.
Prodigios es una alternativa que deja claro que existe “otra España” opuesta a los aficionados a la música fácil y a los concursos reality que frivolizan este universo.
Por supuesto, el contenido de las actuaciones también contribuye a elevar la escala del programa. Se trata de grandes obras maestras, de las que Boris Izaguirre se encarga de dar unas pinceladas para que el público ignorante conozca los detalles concernientes al compositor o al contexto. Prodigios es una alternativa que deja claro que existe «otra España» opuesta a los aficionados a la música fácil y a los concursos reality que frivolizan este universo. Estos jóvenes, que se desviven por la música clásica, contribuyen también a cultivar a la audiencia y afinar su buen gusto.
Exquisitez y abundante elegancia en el auditorio del Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid, acompañados por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, hacen que la nueva propuesta de La 1 sea un «prodigio» en sí misma.
Firma: Patricia Amat
Género: Concurso
Subgénero: Musical
Año: 2019
Cadena: La 1
Intérpretes: -
Presentador: Boris Izaguirre
Concurso musical en el que varios niños entre 10 y 16 años exhiben su talento en la interpretación de música clásica. Se enfrentan divididos en tres categorías diferentes: canto, danza e instrumental. Al final de cada gala, un prestigioso jurado elige un semifinalista de cada grupo. Así, los seleccionados competirán en la gran final del programa.
Un espacio que guarda similitudes con Clásicos y reverentes, el programa de La 2 que se emitió durante dos temporadas.
Título original: Prodigios
Creador: -
Director: Begoña Marín, Manel Iglesias
Guión: -
Productora: Shine Iberia
Duración: 150'
País: España
Programación: S - 22.05 h.