Novedosa en ritmos, fotografía, escenarios e historia, Presunto culpable convence más por los intentos de crear algo original que por el resultado.
Quien haya visto Absuelto (Frikjent) encontrará en Presunto culpable muchas similitudes. No solo por la grandeza (en tamaño y belleza) de los paisajes, sino por el carácter hermético de sus personajes y por una trama que juega al despiste. Aunque todo ello en diferente medida, ya que en la serie noruega el extremo es más palpable y apabullante. También los ritmos casan mejor en Absuelto y juega en su favor que los ambientes, culturas y actores sean más desconocidos o le queden más lejanos al espectador.
Hay que tener en cuenta que la memoria televisiva existe y en Presunto culpable debemos hacer un esfuerzo para reubicar a Miguel Ángel Muñoz en el papel protagonista. Con su interpretación, Jon Aristegui es un personaje que, sin ser defectuoso, a veces resulta poco contundente. Lo mismo ocurre con otras actuaciones que, a pesar de no cargar con un pasado tan marcado como Muñoz, cuesta creérselos en los arrebatos de ira o, simplemente, en los planos cortos.
También desconciertan diálogos y escenas en las que la evidencia es tal que se apaga el interés (momento niños-broche de la desaparecida frente a la comisaría, momento hermana mayor-política-prensa, etc.). Así como la repetición de algunos flashbacks que ya hemos visto y que no nos hace falta volver a ver.
Sobre la narrativa en la que se juega a dos tiempos (el pasado y el presente) cabe aplicar el aprobado (conocer la historia y a la protagonista es muy importante), pero también juega en contra de la trama. De fondo, se tiene la sensación de unos recuerdos manipulados que pueden adoptar cualquier rumbo y eso genera desconfianza “guionística”. Una cosa es esconder datos a la audiencia y otra es engañarla. Quizá se pretenda llevar al público por los entuertos por los que van los personajes, pero puede ser que los recuerdos o los sueños no sean la opción más verosímil. A pesar de todo, Presunto culpable es una serie digna de ver por ser diferente, por estar bien hecha, por su propuesta visual, por dejarnos redescubrir a algunos actores y por dar un paso hacia nuevas historias, nuevas formas y nuevos ritmos.
Firma: Mar Pons
Jon Arístegui es un reputado biólogo en la treintena que vive en París. Sin embargo, tras recibir la noticia de que su padre ha muerto, se ve obligado a volver a su pueblo natal que dejó atrás hace seis años. Allí tiene que enfrentarse a los fantasmas de su pasado y a un misterio que jamás llegó a resolverse: la desaparición de su novia, Anne.