Patria

Cuatro años después de su gran éxito, la novela de Fernando Aramburu ha sido adaptada de la mano de HBO. Con Aitor Gabilondo (El Príncipe, Allí abajo o la reciente Madres), como guionista de la serie, Patria se nos presenta en un formato de miniserie de ocho capítulos.

Estamos ante una de esas producciones que, desde un primer momento, muestran una cuidada realización en forma –como una fotografía nebulosa que nos transporta fácilmente a tierras vascas–.

La serie posee un intenso arranque inicial con una impactante secuencia en torno a la que girarán los acontecimientos de los siguientes capítulos. No obstante, la trama va dilatando el tiempo más de lo necesario. Y los flashbacks acaban justificándose, más allá de una necesidad narrativa, como una decisión acertada para ir haciéndola avanzar.

Quizá lo que atrapa al espectador fácilmente en un principio son las protagonistas. Sumergirnos en la historia de las dos mujeres resulta una propuesta interesante. Desgraciadamente, el posicionamiento dispar que va creciendo entre ambas mujeres acaba centrando la atención en una de ellas. Con el paso de los capítulos, al espectador se le va haciendo más fácil empatizar con una Bittori sedienta de verdad que con una Miren implicada en el bando opuesto.

A pesar de esto, Elena Irureta (Bittori) y Ane Gabarain (Miren) lideran indiscutiblemente un gran reparto. Con grandes interpretaciones, son el hilo conductor de todo el dramático entramado de las dos familias y el impacto de ETA en ellas.

La banda terrorista es una clara protagonista más a la que prestan la cara algunos personajes, como el hijo de Miren, Joxe Mari (Jon Olivares). Pero la serie sale exitosa al mostrar lo que una cuestionable decisión de márquetin no dejó tan claro: indiscutiblemente el dolor de las víctimas sobrepasa a las injustificables decisiones de la banda terrorista y sus consecuentes repercusiones.

Aún así, en Patria no encontramos una serie histórica que nos intente explicar a la perfección el conflicto etarra. Más allá de eso, es una ficción que apuesta por una vertiente emocional y esto es, quizás, uno de los mayores aciertos del guion. De esta manera, podremos no entender los hechos en sí, pero sí a las personas que lo vivieron de primera mano.

Firma: Yoel González