Miracle Workers (T1)

El Cielo S.L. no hay tomársela demasiado en serio, ya solo la caricatura que hace de Dios el siempre desconcertante Steve Buscemi puede ser un repelente para algunos. Sin embargo, aunque la premisa se desarrolla por unos derroteros imaginarios y poco esperanzadores, de este título se pueden extraer algunos aciertos muy interesantes.

Empecemos por lo menos alentador: es triste ver a un ser todopoderoso hastiado de su creación. También lo es que su “proyecto” tampoco emocione a ningún habitante del cielo (dato curiosos porque todos ellos han sido antes humanos) y que la Tierra gire sin sentido ni Providencia que la atienda. La visión del desastre impregna los ánimos de sus protagonistas y del espectador a partes iguales.

No obstante, también tiene su parte positiva: las segundas oportunidades, el amor y la redención tanto personal como universal. La misión de Eliza es la de ser el antibiótico contra el virus de la desesperanza. Ella aporta la dosis de optimismo necesaria y es la única creyente en todo ese mundo descreído.

A nivel narrativo, el imaginario de su creador Simon Rich es ácido, certero y parece no tener fin –denota su larga andadura en Saturday Night Live–. En su relato, los personajes son gran parte de su atractivo y, en este caso, no tienen desperdicio.

A otro nivel –el del desarrollo de la historia– el papel de la valerosa Eliza y el del temeroso Craig (un irreconocible Harry Potter) actúan como la cara y la cruz en esta ficción. Su evolución les va acercando poco a poco y, finalmente, actúan unidos por un fin común.

De hecho, la humanidad todavía tiene opciones y, aunque la premisa del amor se plantea de forma muy, pero muy liviana, el fondo está claro: si hay algo que nos puede hacer reaccionar es precisamente el amor. Pero no sólo el de un sentimentalismo humano, sino el amor de un creador hacia su creación, el de los “muertos” hacia los “vivos” y el de los unos hacia los otros entre iguales.

Firma: Mar Pons