Mindhunter

La segunda temporada de Mindhunter ha tardado casi dos años en salir y los seguidores lo han agradecido. Si la primera temporada trata sobre un equipo perfilando a los asesinos mediante la psicología, la segunda nos enseña que no todo se puede prever. Si la primera era sobre la verdad, esta segunda parte es sobre la duda. Duda de que el asesino no se haya escapado; duda de que podamos conocer realmente a nuestros socios o hijos; duda que alguien pueda estar seguro del tamaño de la brecha entre nosotros y el lado oscuro.

La temporada comienza justo después del final de la primera temporada con Holden Ford (Jonathan Groff) recibiendo un nuevo encargo. De 1979 a 1981, 28 muchachos fueron asesinados en Atlanta. Holden Ford ayuda con todos los aspectos de la investigación, siendo atraído al caso por un grupo de madres con hijos desaparecidos. Utilizando lo que aprendió, Ford comienza a sospechar de un joven negro, a pesar de la evidencia de que el KKK puede estar involucrado. Entonces, la pregunta que persiste a partir de ahora es si el agente está presionando para que la investigación cumpla con su perfil o si sus métodos realmente están resolviendo el caso.

La serie trabaja sobre los motivos de los criminales. ¿Por qué los asesinos se llevan recuerdos? ¿Por qué regresan a la escena del crimen? ¿Por qué escriben letras y se dan nombres? ¿Y por qué algunas víctimas se convierten en asesinos? Se echa en falta en el guión una relación más humana entre los protagonistas, que a veces parecen estar haciendo un trabajo más arqueológico, más que tratando de ayudar a las personas.

En definitiva, una serie que gustará a los seguidores del método policíaco, pero que puede resultar pesada y fría por la falta de humanización de los protagonistas.

Firma: Llorenç Ramis