Las escalofriantes aventuras de Sabrina

El creador de esta serie, Roberto Aguirre-Sacasa, lo es también del cómic en el que se basa, The Chilling Adventures of Sabrina (de Archie Comics y el artista Robert Hack) y de la adolescente Riverdale.

Sabrina es una joven bruja que ha tenido varias adaptaciones a la pequeña pantalla, una serie de personajes reales en 1996 (Sabrina, cosas de brujas) y una animación en 1999. En ambas producciones, la magia es el vehículo para unas aventuras adolescentes, inocentes y entretenidas. Sin embargo, ahora llega a Netflix Las escalofriantes aventuras de Sabrina y, aunque en ellas siguen estando las tías Hilda y Zelda, el gato Salem, el novio Harvey y la propia Sabrina con sus dieciséis años, nada recuerda a aquellas ingenuas historias del siglo pasado.

La serie es un escaparate para ciertas cosas que merecen ser subrayadas. En primer lugar, las referencias satánicas, sus ritos, iconos y jaculatorias descubren un mundo que, aunque ficticio, se basa en prácticas reales (de hecho, el grupo grupo El Templo Satánico denunció a Netflix por el plagio de su estatua de Baphomet) con lo que la admiración al demonio y a sus seguidores es una opción que se contempla como válida e incluso deseable para muchos de sus personajes.

También, el empeño de Sabrina por empoderar a las mujeres se torna mezquino y manipulador al presentar emociones sin contenido, modelos de celuloide y frases de folletín. Por ejemplo: la campaña que emprende Roz por reivindicar la lectura de libros “prohibidos” en el instituto, el club de Magia para mujeres que ayudan a mujeres o el acoso a Susie que no se decide por ser hombre o mujer. Todos estos acontecimientos son titulares sin noticia.

Por su parte, el argumento tampoco cumple con la premisa –irrenunciable para cualquier ficción que se precie– de ser verosímil o ¿quién cree que una niñita que no sabe nada de conjuros ni magia puede derrotar al Señor de los demonios con la asombrosa impunidad y la simplicidad aplastante con la que lo consigue Sabrina?

En fin, el hecho es que, por lo demás, la serie cumple con las porciones necesarias de misterio, romanticismo, drama y tensión que se requieren para hechizar al público adolescente, en general crédulo con lo que viene de la pequeña pantalla y poco prudente.

Firma: Mar Pons