La catedral del mar

La Baja Edad Media barcelonesa y la construcción de la iglesia de Santa María del Mar son los dos elementos que atraen. No solo por acercarnos a la época en la que se desarrolla, sino por el morbo que despierta conocer los muchos abusos de poder que la nobleza y la incipiente burguesía ejercían sobre el pueblo.

Sin embargo, La Catedral del Mar hace aguas desde el primer momento. Podríamos dejar de lado la falta de rigor histórico de la que adolece casi desde el primer minuto, con temas muy sensacionalistas pero poco certeros como el ius prima noctis o la supuesta relación de la burguesía con la monarquía. No obstante, tampoco la historia está bien construida. Todo resulta bastante forzado, desde el matrimonio de Bernat Estanyol (Daniel Grao), pasando por cómo huye a la ciudad junto a su hijo, etc.

Ahora bien, no sabría decir si es peor ese argumento poco trabajado o el aspecto técnico. Nos la han vendido como una serie que pretende seguir los pasos de Isabel o Carlos Emperador, pero se asemeja más a Águila Roja. Los escenarios son míseros, tanto en su interior como en el exterior. Algunos, como cuando los niños se escapan a la playa, son especialmente pobres –una playa medio abandonada, con dos barcas del revés y una luz artificial forzada en lo que figura ser el puerto de Barcelona del siglo XIV-.

En lo que no escatima, para nada, es en la brutalidad innecesaria de algunas escenas. Como se suele decir “sang i fetge” (carnaza de la buena) a raudales. Las escenas de violencia del hombre contra la mujer son excesivamente crudas y diría que hasta desagradables.
Pero no todo es negativo, podríamos salvar el buen papel de algunos actores, como Daniel Grao. Además, todavía faltan por entrar estrellas como Michelle Jenner o Aitor Luna. Otro punto a su favor es el ritmo del capítulo, que no deja momento para el aburrimiento.

En definitiva, La Catedral del Mar apunta alto pero se queda a medio camino. No solo por la falta de rigor histórico, sino por un guión irregular y aspectos técnicos que no están a la altura de lo esperado.

Firma: J. Carlos Amador