Justo antes de Cristo

Justo antes de Cristo nos sitúa exactamente en el año 31 a.C. Manio Sempronio Galba ha sido condenado a muerte, y se presenta con una de las frases que abre la serie: «así, recién levantado, una copa de cicuta no me entra». Esta chistosa premisa es un reflejo de la ocurrente comedia de 6 capítulos (en su primera temporada) sobre una legión romana.

A pesar de que pueda parecer un producto de humor absurdo, el marco es digno y convincente. No se ha tratado de bromear con la estética de la época; al contrario, la ambientación está muy cuidada y tanto el vestuario como los escenarios recuerdan a películas serias como Gladiator. Además, no todos los sucesos se desarrollan dentro de la decoración del campamento sino que se incluyen exteriores, lo que aporta naturalidad.

El punto arriesgado, y también lo que distingue a esta producción, es la fuente del humor. No busca desesperadamente provocar carcajadas mediante chistes recurrentes, gracias absurdas o recreándose en tópicos. Lo que arranca una sonrisa, e incluso hasta risa, son las situaciones cotidianas que viven los protagonistas. Para lograrlo, se cuenta con un gran reparto, personajes muy elaborados, situaciones trabajadas y una duración adecuada, que no precisa de «relleno» para ocupar más minutos.

El actor principal, Julián López, encarna al prototipo de un neurótico, fácilmente del siglo XXI, ubicado antes de Cristo. Con una manera de funcionar muy actual, se enfrenta a un valor muy típico de la antigua Roma: el honor de la familia. Así, el público es capaz de reconocer circunstancias comunes de hoy en día (o, al menos, modos de actuar), aunque encuadradas en una época histórica diferente.

A este patricio le acompañan su esclavo, poseedor de mucha iniciativa, Agorastocles (Xosé A. Touriñán), el despistado general Cneo Valerio (César Sarachu), el belicoso Tribuno Gabinio (Manolo Solo), el mandado Antonino (Eduardo Antuña), la dominante Valeria (Cecilia Freire) y la inteligente Ática (Priscilla Delgado), entre otros. Estas dos últimas aportan el toque femenino a este universo de rudos legionarios. Todos ellos caricaturizan ciertas virtudes y defectos, contribuyendo a amenizar acontecimientos diarios. Además, la mezcla entre el pensamiento actual y las costumbres antiguas, culminado por unos militares que llevan años sin luchar y prácticamente no tienen experiencia, resulta en escenas hilarantes.

Un problema de dedicar tanta atención a los personajes y los hechos ordinarios (y quizá descabellados) es la falta de profundidad en la trama. Los capítulos están tan centrados en los detalles que se descuida la historia principal. Sin embargo, son los pormenores los que divierten a la audiencia, por lo que restan importancia a esa carencia del guión.

Movistar+ ha arriesgado con esta innovadora propuesta, que resulta ser todo un acierto al hacer comedia a partir de la absurda cotidianidad y no de payasadas forzadas. Los disparates desempeñados por un excepcional elenco convierten a Justo antes de Cristo en una propuesta entretenida y cómica.

Firma: Patricia Amat