Instituto Voltaire

Instituto Voltaire sitúa al espectador ante un interesante retrato de los 60, una época de cambios sociales intensos. Cada capítulo profundiza en alguno de los personajes para hacernos reflexionar sobre problemáticas diversas. Los dos temas estrella son el doble rasero para medir a las mujeres (juzgadas siempre más duramente que los hombres, por las mismas acciones) y el estigma de la homosexualidad. A estos se añaden muchos otros, según la variada casuística de los alumnos, profesores y familias del instituto: el desprecio de la mujer intelectual, el acoso en las aulas, la mentalidad provinciana, que se manifiesta en la falta de ambición y el juicio constante del prójimo; la irresponsabilidad de algunos padres, que fuerza a sus hijos a crecer antes de tiempo…

Como viene siendo habitual en las series sobre adolescentes, el sexo cobra gran protagonismo: asistimos al despertar sexual de varios jóvenes, con todos los ingredientes: masturbación, “estrenos” en la cama, pornografía… También los adultos lidian con esta cuestión, empezando por uno de los protagonistas de la serie, el jefe de estudios (Pierre Deladonchamps), que por un lado sufre un bloqueo que le impide disfrutar de su vida sexual y, por otro, está “casado” con una amiga lesbiana para ayudarla a guardar las apariencias. Uno de los capítulos, además, incluye una secuencia ambientada en el mundo de la farándula, desenfrenada y con tintes orgiásticos.

Instituto Voltaire cuenta con muy buenos ingredientes: actores naturalísimos y convincentes, y una colección de historias humanas que atrapan y conmueven. Pero el maniqueísmo con el que se presentan los conflictos le resta credibilidad y roza lo panfletario.

Firma: Olga Nafría